jueves, 23 de diciembre de 2010

El secreto de Zapatero

Continuamos en estado de alarma preventivo, si es que eso tiene algún sentido, pero debe tenerlo aunque se nos escape, porque sus señorías así lo han decidido, y ya se sabe que en este país Saber y Poder caminan juntos, o lo han hecho hasta ahora por obra y gracia de Zapatero. Bien es verdad que el fracaso de la Ley Sinde en el parlamento ha sembrado la alarma entre los Autores, pero -por paradójico que resulte- tal vez sea ese el camino para recuperar al Parlamento y conseguir salir del estado generalizado de alarma en el que nos encontramos.

La alarma cunde también en el PSOE al ver cómo los mercados se ceban con Zapatero y ponen a España en una situación imposible. Aquí las únicas rebajas que vienen son las de la calificación de la deuda, y el futuro se pone por las nubes, inalcanzable. Los grandes políticos del PSOE parece que sólo saben hacer política de partido y juegan a posicionarse para suceder a Zapatero, poniéndose zancadillas entre sí. Al vampiro Bono le ha dado por hablar de liebres como conspicua metáfora para referirse al sucesor.

Alaba a Rubalcaba pero quiere convertirlo en liebre que se agote para acelerar y lanzar su carrera, la de Bono, aunque diga Bono -como siempre- que se va o se autodescarta. No está Zapatero para símiles atléticos, que ni siquiera le van bien las cosas como ministro de Deportes, después de la Operación Galgo de antidopaje, que por mucho que diga el PP que fue una cortina de humo para restar portada a la débil situación de Zapatero, el hecho es que tampoco le deja bien, tanto como quiso envolverse personalmente en los logros del deporte español.

Zapatero es un ser cada vez más misterioso. Él mismo se atreve a hablar de su misterio y de su secreto. No es el de Fátima, pero para el PSOE tiene todo el aire de revelación. Lo que hará (si se presentará o no a la reelección) ya lo saben dos personas, se supone que para tranquilidad del partido y desasosiego del resto, pero el efecto está siendo el contrario, porque los ciudadanos han dado ya la espalda a Zapatero, y esas actitudes de Zapatero no hacen sino aumentar la alarma dentro del partido.

Con todo, que haya paz. Feliz Navidad y lo mejor para todos en el 2011, que con la que está cayendo es como decir que el Niño Dios te la ampare buena. Pues eso. Zapatero ha invocado el espíritu navideño para la defensa colectiva del euro. Esperemos que ese espíritu tenga también otros efectos y nos haga ponderar otros misterios seguramente mucho más reconfortantes para todos que el que encierra el insondable secreto de Zapatero, que a estas alturas no puede ser ya buena nueva para nadie, ni mal que le pese salvador siquiera para su partido.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Manu militari

Si la política hubiera que verla desde la perspectiva del héroe que pugna por serlo en las contiendas de la esfera civil, la verdad entonces es que Zapatero no levanta cabeza. Al contrario, la hunde más que nunca, como el avestruz, que no es que vea lo que quiere ver, sino que termina por no ver nada. Es tal la crisis que sufre Zapatero, que a estas alturas no sabe aún qué tipo de héroe quiere ser, o al menos manifiesta grandes dudas al respecto.

Después de la derrota calamitosa del PSC en las elecciones catalanas del 27-N, cuyas consecuencias dentro del partido están aún por ver, la terrible situación vivida en España durante el pasado fin de semana por la actuación irresponsable de los controladores áreos dejó al presidente desaparecido en combate (y al jefe de la oposición lejos de Madrid, 'secuestrado' por los controladores). Menos mal que estaba Rubalcaba.

Hasta ayer que Zapatero compareció en el parlamento para felicitarse de haber resuelto una grave crisis en 24 horas (introduciendo a los militares en las torres de control y sometiendo a los controladores a la disciplina militar). Una respuesta así no ayuda ciertamente a la superación del estado de alarma en que nos ha introducido (por decreto ley) y que puede prorrogarse (si el parlamento lo permite, lo que certificaría un fracaso colectivo).

No han faltado discursos excesivos contra el gobierno a propósito de esta situación -no el que pronunció Rajoy ayer, acertado en lo principal-, pero si el gobierno no tiene nada que reprocharse a sí mismo y sólo es capaz de cargar contra los controladores y el propio Rajoy -como hizo desde el inicio de los hechos, utilizando la táctica del avestruz-, entonces la alarma que se produce en un régimen democrático es mucho mayor.

El gobierno no está bien, no es capaz de preveer las cosas y enmascara los verdaderos problemas, se mueve cuando actúa de forma irreflexiva y compulsiva -invirtiendo hasta el orden lógico de las medidas o de los decretos- y muestra enorme debilidad, sino vacío de ideas e impotencia real, cuando acaba asociando -con orgullo y fascinación- eficacia a imposición de la fuerza.

Eso histórica e ideológicamente tiene nombre propio. Los problemas en la esfera civil se resuelven con instrumentos civiles y de forma civilizada. Si cada vez que algún colectivo se comporta de manera incivil, hay que acudir a la militarización de ese grupo o sector socioprofesional, entonces no será sólo el capital quien abandone este país. Por tierra y mar, si no puede ser por el aire.

domingo, 28 de noviembre de 2010

La voz de los empresarios

España, después del rescate financiero de Irlanda, se ha colocado de nuevo en el ojo del huracán de la crisis. Incertidumbre y Falta de Confianza son el nombre de las dos plagas que azotan a la economía española. Falta de confianza externa e incertidumbre interna componen la antesala del miedo, el miedo al futuro que mina las posibilidades de cualquier proyecto colectivo.

No se trata de proclamar el Apocalipsis, pero tampoco es posible permanecer en el limbo, que al parecer el propósito de Zapatero después de haber amagado algunas medidas para contentar la voracidad de los mercados y hacerles creer -a ellos y a los agentes externos- que España ha emprendido el buen camino para la solución de sus problemas, y que sólo es cuestión de esperar.

Ganar tiempo, esperar a que pasen las inmediatas citas electorales sin que nuevas medidas o reformas le pasen una factura mayor, contemporizar con los sindicatos, resistir a la oposición, atrincherarse con los nacionalistas, comunicar mejor. Zapatero no sabe más que de política pequeña. Pero España lo que precisa en estos momentos es otra cosa, es política grande.

Así se lo han venido a decir los empresarios, los supuestos responsables de la crisis, como intentó vender el púber Zapatero 'in earlier times'. Se lo han dicho primero por escrito, por mediación del rey. Y se lo han dicho luego directamente de viva voz en La Moncloa. Más que una imagen de interlocución, lo que le han dado los empresarios a Zapatero es una voz.

La voz de los empresarios se ha hecho oír y ha sonado a bronca. Le han pedido al presidente que gobierne, que para eso le pagan. Que el problema es que fuera no nos creen, y que es mejor sobreactuar que quedarnos cortos en las reformas. Sí, Zapatero debe 'sobreactuar' porque -le guste o no- él aporta un 'plus' de desconfianza y es, por tanto, doble su responsabilidad con el país.

La voz de los empresarios ya ha levantado rumores, como sucedió antaño cuando se movían los militares y los políticos y medios de comunicación se dejaban llevar alimentando errores. España no está para aventuras de salón, ni para rumores de un gobierno de concentración presidido por una personalidad independiente, como operación favorecida por el propio rey.

Lo que faltaba a España ahora es un 23-F económico. Cómo si no hubiéramos aprendido nada de la historia reciente. El gobierno que gobierne. Y en el peor de los casos, si no puede o no quiere hacerlo, que convoque elecciones. Otra cosa es que lo más sensato de los dos grandes partidos deban convenir de manera ineludible reformas de calado político para un futuro próximo.

Y a nadie se le escapa que la voz de los empresarios ya ha apuntado en ese sentido algunos puntos dignos de toda atención. Sí, hay que hablar de la racionalización de la administración, de su tamaño y por tanto del futuro del actual Estado de las Autonomías. No se trata de replantear los fundamentos políticos de la España plural sino de asumir la inviabilidad económica de una España tan diversa y fragmentada en el mundo global.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Del 'seny' al orgasmo catalán

En España hay demasiadas elecciones sin que ello sea el mejor signo de la salud de nuestra democracia y menos de la calidad de nuestro discurso público. Hay tantas elecciones, que al público le pilla cansado, y a los políticos sin ideas. Esta doble circunstancia provoca estragos como los que estamos viendo en la campaña catalana para las elecciones del 28 N.

El tema es mucho más grave si viene a certificar la desaparición del famoso 'seny' catalán. Ni "sentido" ni "cordura" ni ponderación mental ni sana capacidad traducen los 'mensajes' que se han apresurado a lanzar partidos y políticos. No hay mensajes, sino simplemente gemidos y amagos de fluidos. La actual carrera catalana es una carrera hacia el orgasmo final.

El placer de votar al PSC, asimilado al orgasmo en un video electoral de las juventudes del partido. La supuesta noche loca de no se sabe quién con Monstse Nebrera, que parece no tener nada más que ofrecer que ella misma, tras su salida del PPC. Mientras a la heroína popular Alicia Sánchez Camacho le pone 'tumbar' inmigrantes a pistoletazo limpio en un absurdo videojuego.

Esto es lo que nos ofrecen. Unos lanzan el mensaje sesentayochista de 'jouir sans entrave' y otros inciden igualmente en él para criticarlo hipócritamente o para poner en el punto de mira al molesto inmigrante. Para colmo, quien podria pasar actualmente como el prototipo de político catalán del seny, Duran Lleida, no ha hecho sino lamentarse de que el orgasmo que procrea en Cataluña, sea el del pobre inmigrante también.

Y luego se extrañan los políticos de que el electorado esté hasta las huevotorras. Asi no van a atraer a nuevos votantes a las urnas, si es lo que realmente pretenden buscando concitar paradójicamente la atención de los medios de comunicación. Y los que suelen ir, a lo mejor esta vez, ante semejante espectáculo, lejos de movilizarse para ir a votar se quedan en la cama, bien disfrutando, o hundidos en la más profunda depresión.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Venidas y huidas

Benedicto XVI estuvo en España el fin de semana pasado, en Santiago de Compostela y en Barcelona, y todo aquel que ha querido preservar la pose de intelectual progresillo se ha visto en la obligación de tener que decir algo en contra, o más bien de repetir tópicos, y presentar al personaje como oscurantista o de ideas retrógradas, encubridor de clérigos pederastas, nostálgico de Trento y de España como reserva espiritual de Occidente y, por supuesto, impenitente en la defensa de valores morales trasnochados, sea a propósito de la familia, del matrimonio o del aborto.

Nuestros pseudointelectuales o aprendices de plumilla asumen de forma acrítica que modernización y secularización van de la mano, y que han de significar necesariamente la desaparición de la religión. Por lo tanto, a lo más, se respeta de manera condescendiente al creyente, como a un pobre infante que necesariamente habrá de madurar con el tiempo, pero al principal responsable de que continúe extendiéndose el credo católico, a ese se le aprietan las clavijas todo lo que se pueda, haga lo que haga, y diga lo que diga.

La verdad es que la venida del Papa ha sido todo un éxito, no ya para los creyentes que lo han arropado calurosamente en los distintos actos y han podido sentirse encendidos o reconfortados con sus palabras, sino atendiendo también a los indicadores más rastreros que se suelen utilizar al efecto. Que una misa y un angelus puedan ser equiparables en audiencia televisiva a un partido de fútbol puntero hace ver que el Papa y sus seguidores no son tan majaderos como algunos pretenden, y que muchos españoles no creyentes o no practicantes han apreciado también el valor de la visita, de las palabras y de los gestos de Benedicto XVI.

El Papa se ha volcado con Gaudí, sabedor de que es un santo civil catalán, y le ha devuelto todo su buen hacer por la difusión del Evangelio. Modernismo catalán y religión se aúnan de manera natural en el genio de la Sagrada Familia, hoy ya Básilica, para desasosiego de los militantes ciegos de la vieja teoría de la secularización. Por lo demás, qué va a decir el Papa sino repetir la doctrina de la Iglesia ante sus fieles. Otra cosa hubiera sido la bomba. La paradoja es que quienes presumen de laicistas terminan siendo más papistas que el Papa, pretendiendo imponer hasta a la propia Cátedra de Pedro los dogmas del fundamentalismo laico.

Europa no es ya el modelo, sino más bien la excepción en la nueva dinámica de la religión dentro de las sociedades avanzadas. De ahí, desde una perspectiva de iglesia, la preocupación del Papa por Europa, y dentro de ella por España. De ahí, desde la perspectiva política, el anacronismo en que se ha movido Zapatero, como campeón de un pretendido neoanticlericalismo como signo identificador de la izquierda. Que el presidente español recula es evidente, como demuestra el aparcamiento de la llamada eufemísticamente Ley de Libertad Religiosa, con la que se quería hacer caja.

Antes resultaba que era una necesidad imperiosa de la democracia, ahora se argumenta que sería un factor de división de los españoles, manifestando una vez más el PSOE cierto infantilismo político al considerar crédulos infantes a los demás. Zapatero ha reculado ante el Vaticano, dentro de los giros que viene prodigando últimamente, en su particular intento de transfifuración. Pero se ha reservado el gesto, pueril, y en ese sentido irresponsable, de irse de España cuando venía el Papa.

Ha huido lejos, muy lejos. A Afganistán. No para retirar las tropas españolas allí destacadas (qué menos cabía esperar, cuando se realiza el viaje que hasta ahora no había tenido tiempo de hacer) sino para que las tropas españolas le protejan a él del enemigo vaticano. El acto ha sido tan deliberado y tan fuera de lugar que ha sido necesario un Real Decreto (1433/2010, de 3 de noviembre) para designar a Rubalcaba como Presidente de la Delegación para los actos de recepción del Papa en sustitución del presidente Zapatero.

Con todo, no ha sido esto lo más llamativo de las respuestas a la visita del Papa. No gusta que el Papa dé lecciones, pero se pretende dar lecciones al Papa. El avezado ministro de la Presidencia Jáuregui responde a las críticas de laicismo referidas a determinadas políticas del gobierno español hablando de laicidad positiva. No deja de ser una ironía, pues ese es un concepto formulado por el propio Benedicto XVI y retomado luego por Sarkozy. Nuestros socialistas, que no andan muy finos, beben de Sarkozy para salir del paso, manifestando de nuevo orfandad de ideas, desconocimiento y, lo que es más grave, vulneración de los derechos de autor. Y luego presumen de intelectuales y de amparar a la SGAE.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Verborrea sobre ETA

De ETA es mejor no hablar mucho, pero esta semana ha habido una auténtica verborrea sobre el tema. Quien debía controlar y ser más prudente en sus manifestaciones al respecto, el presidente del gobierno, ha sido el primero en alentar todo tipo de especulaciones, expectativas y alarmismos por el tono mesiánico que suele imprimir a sus palabras sobre ETA, y que la realidad se encarga luego de desbaratar. Sucedió en vísperas del atentado mortal de la T4 en Barajas, que arrumbó la pasada tregua y negociación con ETA, cuando lo que Zapatero había profetizado era un salto seguro hacia la paz. Y ahora, lejos de haber escarmentado, se permite frases que emulan a las de Jesús al Buen Ladrón, aseverando -yo, os aseguro- que los pasos dados por la izquierda abertzale no serán en balde.

Los exegetas se han lanzado a discernir el misterio que encierran tan prometedoras palabras, y hasta el modo en que habrá de producirse la llegada colectiva al paraíso, tanto urge a todos la celebración de la paz. Demasiado ruido, demasiada confusión, demasiadas conversaciones de todos con todos, reales, inexistentes o desmentidas, cuando aquí lo que importa es el lenguaje de los hechos, que también tiene su gramática y ortografía. Aquí quien tiene prisa es Batasuna para poder presentarse a las elecciones; pero los demás no deben tenerla, si no se quiere asistir a otro déjà vu. Y si Batasuna es ETA, como han dicho los jueces, pues el asunto es para tomárselo con calma. No basta una declaración de Batasuna condenando la violencia o desmarcándose de ETA, por bienvenida que sea, sino que debe poder verificarse con el análisis del lenguaje de los hechos que Batasuna ya no es ETA. O que ETA, si diera el paso de anunciar el abandono definitivo de las armas y su autodisolución, ha dejado de existir efectivamente.

Un entramado como el de ETA no desaparece de la noche a la mañana y el estado de derecho debe exigir garantías, o no lo será, entre otras muchas razones por respeto a las víctimas del terrorismo, ignoradas y menospreciadas durante excesivo tiempo. De todo lo que se ha oído esta semana sobre ETA, tal vez lo más cuerdo lo ha dicho el nuevo ministro de la Presidencia Jaúregui, esperemos que reflejando el sentir del presidente y del vicepresidente todopoderoso, y no a título personal. No da tiempo de aquí a las elecciones municipales a todo ese proceso de verificación, aún en el supuesto de que los sucesivos anuncios anunciados que se van a producir se terminaran produciendo. Esto es así, y tiene que ser así porque lo que queremos primordialmente los españoles es la construcción de una paz duradera -dentro y fuera de Euzkadi- y no resolver los 'conflictos' o los problemas políticos de nadie (sea el futuro de Zapatero, la continuidad o maniobrabilidad del lehendakari López con el PP vasco de Basagoiti, las expectativas electorales o de gobierno futuro del PNV si irrumpe Batasuna en el escenario, etc.).

Si esto es así, y tiene que ser así, entonces sobra la verborrea, sobran las ligerezas, las conversaciones efectuadas con torpeza y silenciadas o negadas con hipocresía, sobran las impaciencias, los triunfalismos, los cálculos interesados, y también las desconfianzas por principio. Falta, por el contrario, un poco más de responsabilidad por parte de todos, incluidos los medios de comunicación (de uno y otro lado), un poco más de diálogo abierto y veraz por parte de los principales partidos políticos, un poco más de sentido de estado, la simple capacidad dentro del respeto escrupuloso a las reglas del estado de derecho -sin atajos de ningún tipo- de pasar de la verborrea al lenguaje de los hechos. No estaría de más que el final de ETA pudiera reeditar el éxito de la Transición como un hecho histórico de todos, un mérito colectivo, algo realizado verdaderamente juntos y de lo que todos puedan sentirse satisfechos, tal vez no plenamente satisfechos, ninguno, pero sí satisfechos. Todos.

sábado, 23 de octubre de 2010

Gobierno duro para un presidente acabado

"Cuando está machacado, surge el mejor Zapatero", González dixit. Felipe está contento y esa es una de las claves para valorar al nuevo Gobierno, un nuevo viejo Gobierno, un Gobierno más que fuerte, duro: un Gobierno duro para un presidente acabado, que se resiste con todo a dar la batalla por perdida, que pretende tomar la iniciativa, ponerse boca arriba y de pie, pero que al final da de sí lo justo.

Lo que queda del felipismo está contento porque Rubalcaba gana presencia y mando, a costa de la obispa laica y alguna de sus acólitas. "El presidente siempre gana", decía la vicepresidenta a propósito del affaire Tomás Gómez, pero ella ha perdido. De la Vega ha sido la gran víctima de la crisis de Gobierno, gracias a Dios, por mucho que el cardenal Rouco pronunciase un sentido responso político por ella. La procesión va por dentro y gracia a Doña Teresa su salida de Moncloa no le ha hecho.

Zapatero se ha desprendido de la antigua coraza suya personal, que venía siendo De la Vega, para sustituirla por un auténtico acorazado, Rubalcaba, que más que protegerle o sucederle a él, lo que va intentar es mantener la plaza de la Moncloa para el PSOE después de las próximas elecciones, es decir, evitar la catástrofe electoral que vaticinan las encuestan. Felipe y Rubalcaba se acuerdan de lo que sucedió en 1993, y quieren tomarse ahora la revancha de 1996.

Zapatero confía en Rubalcaba, pero Rubalcaba confía tal vez más en Felipe y en sí mismo, y ha puesto su propias condiciones a Zapatero. El regreso de Jaúregui del exilio no es obra de quién le envió a él (Zapatero) obsesionado por apartar de sí al felipismo, sino de quién le aprecia bien por haber hecho cosas juntos ya en tiempos de Felipe (Rubalcaba), entre otras, Jaúregui dirigió la campaña electoral que llevó a Felipe González a la victoria en 1993, pese a las encuestas. Y son sabidas sus buenas relaciones con el PNV con quien gobernó como vice-lehendakari haciendo valer lo que muchos consideran hoy en el País Vasco el 'mito de la transversalidad'.

Trinidad Jiménez también disfruta del doble favor de Felipe González y Zapatero, y ha medrado, haciéndose con la cartera emblemática de Exteriores, pese a su fracaso reciente en las primarias de Madrid (además de no dominar el inglés y de que quiso ser diplomática en su tiempo y no lo consiguió al suspender los exámenes de ingreso en la escuela). Y aquí está la clave fundamental. Más que contentar a la vieja guardia, a los barones o al propio partido, Zapatero ha buscado amurallarse rodeándose de sus fieles, con independencia de sus méritos.

Rubalcaba, Blanco y Trini, tocados tras la batalla de Madrid, son recompensados. A Pajín le ha tocado la lotería de por vida (dure lo que dure de ministra, siempre será ex ministra y cobrando), para asombro de la audiencia, que la ha visto moverse demasiado estos años. Lo que era un problema serio para el partido se soluciona con una cartera de ministra, la patada para arriba de las burocracias más cerradas. La niña de Zapatero se encumbra pisando a la niña de Chaves (Bibiana, pillada en Babia a la hora del relevo), que en esto no pueden ser iguales.

Con todo, es digno de celebrarse la entrada de Marcelino Iglesias en la secretaría de organización del PSOE. Hombre serio y dialogante que se ha ganado no sólo los votos sino también el respeto como Presidente en la Comunidad de Aragón. En situación de disponible, porque había anunciado que no se presentaría a la reelección autonómica, Zapatero se ha hecho con sus servicios porque es ante todo hombre de su absoluta confianza, y ha hecho valer su preferencia sobre las de Blanco para ese puesto. Lo que tenga que pasar en el PSOE, sucesión de Zapatero incluida, lo quiere controlar él de cerca (esperemos que en manos de Iglesias con menor torpeza que la que demostró -aconsejado por Blanco y Rubalcaba- ZP en Madrid).

Zapatero quiere ir a por todas en lo que se antoja ya un final largo de legislatura. Pero sin cambiar un ápice sus prioridades y sus modos políticos, o incluso, volviendo a lo que fueran sus principales señas de identidad en la primera legislatura: la política anti PP -la efectividad en la oposición de la oposición- y la apuesta del final de ETA para ganar las próximas elecciones, como alternativa que ofrecer a la débil o inexistente recuperación económica. Con hacer guiños a los sindicatos y a su izquierda para que los rotos producidos no vayan a más, y esa es la misión de los nuevos ministros de Trabajo y de Medio Ambiente -Valeriano Gómez y Rosa Aguilar-, frenar a los sindicatos y la propia irrupción de un partido verde en el escenario español, Zapatero se contenta. La suerte con Salgado está ya echada.

Retorno a la propaganda dura contra el PP es lo que nos espera, aunque se presente como 'mejora de la comunicación'. Es una política de alto riesgo por los cortacircuitos que puede producir. Que los encargados o directores de esa ofensiva contra la oposición para impedir que llegue al poder, vayan a ser los mismos -el tandem Rubalcaba Jaúregui- que afronten el fin de ETA de la mano del PNV, cuando ese final deseable exige para no repetir errores que todos los pasos que puedan darse se produzcan de acuerdo con el PP si quiere realmente ser una política de Estado, pues entonces esa doble tarea o función o es sencillamente imposible porque chocan entre sí, o no va a conseguir más que incendiar la política española, para mayor susto de los mercados y mayor pena de los parados.

martes, 19 de octubre de 2010

De hinojos

Zapatero no está únicamente a la intemperie. También se encuentra de hinojos. Ante el PNV. Unos presumen de negociación y otros de responsabilidad, pero poco hay de eso en estos Presupuestos nuestros de 2011, que no se sabe si darán para el pan nuestro de cada día, pero que Zapatero -para asegurarse el suyo durante el próximo año- sacará adelante gracias a los nacionalistas vascos y canarios. Para agotar la legislatura con 'dignidad'. La paradoja es que la dignidad de Zapatero se confunda con la estabilidad del estado y que ésta, en una situación de crisis y de debilidad, pretenda confiarse a los nacionalistas, cuya lógica no es precisamente esa.

Pero a estas alturas la lógica del discurso ideal no importa a nadie. Por fas o por nefas, todos rasgaron sus vestiduras cuando Zapatero -abofeteado por la la realidad- comenzó a cargar con la cruz de la crisis, dando comienzo a su calvario político. Nadie parecía entonces dispuesto a apoyarle para sacar los próximos Presupuestos, pero -la verdad sea dicha- a nadie interesa seguramente tampoco un adelanto de las elecciones, ni éste objetivamente es conveniente si la interinidad política hace que se pierdan las débiles señales de recuperación económica de un cuerpo gravemente enfermo como es España.

Para Zapatero no hay más alternativa que muerte o resurrección personal. Después de haber negado la crisis, esperando a que pasara sola, como si no existiera, fiel al pensamiento mágico aprendido en la escuela del partido, ahora ha unido el sueño en la hazaña de la recuperación a su voluntad de resurrección política. No desea la ayuda responsable del adversario, en el supuesto de que éste -el PP- estuviera dispuesto a prestarla. El presidente está resuelto a quemarse, en cruento sacrificio, o a pasar a la gloria, sin compartirla con nadie. Ay, entonces, de los traidores y de quienes dudaron de él dentro del PSOE.

El PP apuesta, sin duda, porque Zapatero, antes de quemarse a lo bonzo, lo haga en las brasas de las inevitables reformas estructurales anticrisis, necesarias aunque no suficientes para la recuperación; si ZP lo hace en el tiempo que le queda, evita al PP el costo impopular de tener que tomar drásticas medidas nada más llegado al gobierno; y si ZP se muestra incapaz de hacerlo, a pesar de las manifestaciones encendidas de su nueva fe de converso, entonces proporcionará al PP el argumento necesario para su política futura. Pero el PP prefiere que ZP haga sus deberes, confiado en que hasta 2012 -como apuntan todas las previsiones- no habrá brote verde alguno en el erial español.

CiU, aunque quisiera, no puede pactar con Zapatero los Presupuestos, teniendo encima las elecciones autonómicas catalanas, y aspirando como aspira a reducir al PSC a su mínima expresión, para hacerle pagar las muchas maldades de los dos tripartitos. Bien es verdad que, al final, la fuerza del PSC siempre es mayor de lo que el nacionalismo quisiera, por el propio discurso y sentimiento catalanista del socialismo catalán, que es siempre mayor a su vez de lo que pueda convenir a sus dirigentes en determinados momentos, por mucha campaña que vaya a hacer el inminente ex ministro del paro, Corbacho.

A quién podía acudir el pobre Zapatero sino al PNV. El PNV no tiene nada que perder, porque nada tiene y no sabe siquiera donde se encuentra en la era post-Ibarretxe, por lo que poca relevancia tiene para él que vaya a apoyar ahora la congelación de las pensiones a la que se ha opuesto en el Congreso media docena de veces. Quien sea realmente coherente que tire la primera piedra. En verdad, los Presupuestos al PNV le importan muy poco porque en lo sustancial no afectan a Euskadi por el régimen de Concierto económico vasco. El pacto con el PNV no es económico sino esencialmente político y hace verdad aquello que dijo el ex lehendakari de que el PNV seguiría liderando la sociedad y la política vascas aun fuera del poder. Zapatero lo ha hecho verdad, sin importarle las consecuencias que ello tenga para el lehendakari socialista López.

Y Zapatero crecido, pensando que si hay movimiento hay vida. Nada de esto, sin embargo, importa verdaderamente a los ciudadanos, ni puede percibirlo realmente la audiencia. El público de a pie no sabe finalmente si el acuerdo alcanzado con el PNV rompe o no rompe la caja única de la Seguridad Social, y no entendería por supuesto por qué un parado vasco ha de cobrar el doble que en el resto de España. El pueblo fiel tampoco entiende 1) que pueda haber -después de más de 30 años de Autonomías- decenas de transferencias aún sin transferir al País Vasco, 2) que los que daban por finiquitado el estatuto de 1979 ahora las quieran, y 3) que si ahora se conceden es porque no tienen mayor trascendencia.

Tampoco se entiende fácilmente que por ir mejor acompañado al debate de Presupuestos, Zapatero amplíe el pacto a los nacionalistas canarios, y que para conseguirlo acceda a que el Estado español realice ni más ni menos que un acto unilateral por el que convierte en Mar de Canarias y bajo control canario aguas internacionales, confiando en que ese acto unilateral sea reconocido por la ONU y con el aplauso de Marruecos. Cuán preciosa y qué irresponsable es la vida política de Zapatero. Si el Gobierno de España actúa de esa manera, con qué razones podrá impedir que gobiernos y parlamentos autonómicos bajo control nacionalista procedan a su vez a actos unilaterales (la propia declaración de independencia, y de paso la del Mar de Euskalherria o Mares de los Países Catalanes) para no ser menos que Kosovo y Canarias, si ese camino puede llegar a su fin y el procedimiento ha sido legitimado por la propia actuación de Zapatero.

Zapatero no atiende más que al juego corto, y siempre desde una perspectiva partidista. Si el pacto con Coalición Canaria puede dañar el pacto de gobierno que esa formación tiene con el PP en Canarias, mejor. Y si el pacto con el PNV perjudica el pacto de Patxi López con el PP en el País Vasco, tampoco importa. En el fondo, para Zapatero ese pacto fue fruto de un accidente electoral, con el que no contaba, y si de él dependiera volvería gustoso a un pacto, no PSE-Batasuna, como podría desear Eguiguren, pero sí PNV-PSE, facilitando de nuevo un lehendakari nacionalista. Con todo esto, Patxi López ha quedado vendido para las próximas elecciones municipales, porque ZP ha hecho ya la campaña al PNV. Sí, el presidente se encuentra de hinojos, postrado de rodillas y al parecer gustoso, ante el PNV y los nacionalistas.

Pero tampoco se entiende que el PP no haya hecho nada para 
al menos escenificar -envuelto o no en la enseña patriótica- una voluntad de diálogo con el PSOE acerca de estos Presupuestos fatales. Si España se deshilacha, se desatornilla o se rompe como nos dicen todos los días los medios afines al PP, algo más se podrá hacer -o hacer creer que se hace- que ordenar la caja de herramientas una y otra vez, que por entretenido que pueda resultar a algunos, es profundamente estéril y en nada contribuye a restablecer la confianza en la clase política, que es en su conjunto percibida por la ciudadanía -sin que constituya esto una novedad en nuestra historia contemporánea- como un elemento fundamental del problema español.

miércoles, 13 de octubre de 2010

A la intemperie

 Zapatero está a la intemperie. Hace dos domingos los resultados de la primarias de su partido en Madrid le dejaron en una malísima situación. Intentó defenestrar en verano a Tomás Gómez pidiéndole, o más bien exigiéndole, que dejara el paso como candidata del PSOE a la señorita Trini, porque estaba seguro de que podía ganar a la señora Aguirre en las próximas elecciones autonómicas. Pero Trini, que en su día no fue capaz de ganar a Gallardón, ahora no ha podido siquiera ganar a Gómez. El díscolo David se ha convertido en un pérfido Goliat, y resulta que el presunto defenestrado, con un ágil movimiento, revolviéndose sobre si mismo en el alfeizar de la ventana, ha dejado a Zapatero con medio cuerpo fuera colgando y a la fresca.

Únicamente la obispa laica  -la señorita María Teresa- ha acudido en su auxilio con una frase -'el presidente siempre gana'- que ya sólo los viejos son capaces de valorar en lo que tiene de resabio estalinista ('el partido siempre tiene razón'). Este país ya no es para viejos y, mira por dónde, se ha poblado de 'chorlitos', incluso dentro del PSOE, que se atreven a desafiar al poder, y que no aceptan ciegamente las 'verdades del partido' infaliblemente proclamadas por el supremo Secretario General. 'Intelectual con cabeza de chorlito', dictaminó la Pasionaria en los tiempos heroicos, antes de expulsar a Jorge Semprún del Partido. Los intelectuales del PSOE, que han callado durante tanto tiempo, ya comienzan a decir algo para amparar a tanto chorlito.

Mientras Zapatero boca abajo -la sangre afluyendo a la cabeza- comienza a meditar lo que considera debe ser una decisión muy personal tomada en la alcoba del poder -si se presenta o no como candidato del PSOE a las próximas elecciones generales-, sus compañeros de partido no paran de moverse a su alrededor, no para echarle una mano -no vayan a interrumpir las meditaciones a la intemperie del señor José Luis-, sino para tomar las mejores posiciones una vez caiga éste desde lo alto. La ministra de Defensa, Carme Chacón, se ha atrevido a decir (ahora que los post-zapateristas Blanco y Rubalcaba han salido trasquilados con lo de Gómez) que España está preparada para tener una presidenta de Gobierno. Todos hacen cábalas hoy sobre los pensamientos que albergaba ayer la señora ministra cuando escuchaba los silbidos y abucheos que unos desalmados dirigían a Zapatero -cumpliendo el ritual, según él- durante la parada militar de la fiesta nacional.

sábado, 2 de octubre de 2010

Espera con poca esperanza

Los sindicatos escenificaron la huelga general del 29-S con una actuación bastante floja. La audiencia les dio la espalda y no se identificó con la puesta en escena de los actores, a diferencia del poder que había pactado con ellos la representación para que no hubiera ni vencedores ni vencidos. Que se lo digan a los ciudadanos que se vieron perjudicados en su vida cotidiana o a los que tuvieron que afrontar sucesos verdaderamente adversos, como los que se vivieron en Barcelona.

Cuando el gobierno da la espalda a la opinión, o más aún a los problemas verdaderos, y sólo se preocupa de su imagen, le crecen los enanos. El termómetro del deterioro del gobierno fueron los sucesos de Barcelona protagonizados por una mezcolanza de pijos, okupas y antisistema que han jugado y juegan a erigirse en contrapoderes, con los que acaba transigiendo el poder para no perder territorio, como una banda más. La violencia urbana en Barcelona ha sido muchas veces en la historia contemporánea de España el mejor indicador del desgobierno de la nación, y esa misma impresión ha podido tenerse ahora.

A la audiencia le importa poco los problemas de los sindicatos, los juego de poder dentro de los partidos, las primarias del PSOE en Madrid y las consecuencias que puedan tener para Zapatero o para quienes se postulan como sus sucesores. A la audiencia le preocupa bastante poco lo que ocupa verdaderamente a los actores políticos. A la audiencia le desespera que la oposición pueda limitarse a esperar a que Zapatero se consuma en sus propias brasas, porque ni le interesa ese plato, y porque se antoja una eternidad el año y medio que pueda faltar hasta que sea servido.

Mientras, las agencias siguen rebajando la calificación de la deuda española, que junto a los gastos de desempleo, se comen una parte ingente de los próximos presupuestos generales pactados con el PNV y presentados por Zapatero con desfachatez como los de mayor gasto social de la historia de España, cuando la realidad es que son los más insolidarios, porque elevan a categoría permanente la desigualdad real entre los españoles: que puedan romper la caja única de la seguridad social, poco importa si consiguen alargar la vida de Zapatero. 

Lo preocupante en términos políticos no es la lenta agonía de Zapatero, sino los efectos de la inutilidad de la política en la audiencia. El peligro de que la audiencia dé definitivamente la espalda a la política es real. O que la política pueda recalar en otros actores y audiencias, mucho más mediáticas, príncipes y princesas del pueblo, que den un espectáculo aún mayor, tan desagradable para unos como merecido para otros. Lo peor que puede pasar en tiempos de crisis, es que la espera se realice sin ninguna o con poca esperanza.

viernes, 24 de septiembre de 2010

La batalla de Navarra

Rajoy ha dado un pequeño toque a Santiago Cervera con objeto de remover sus fundadas y comprensibles razones para no ser el candidato del PP en Navarra a las próximas elecciones autonómicas (que en el viejo reyno son, como todo, forales). Vamos que sí o sí, y Cervera ya ha dado algún pasito para formalizar el 'sí, qué remedio, quiero'. El primero disculparse públicamente por haber hablado mal de Don Miguel Sanz cuando se produjo la no tan traumática ruptura de UPN con el PP. O sea, confesión pública, conocido rito de aflicción que tiene efectos reparadores.

Don Miguel, virrey de Navarra, ha reconocido el gesto y ha manifestado que Cervera ya ha pagado la mitad de su deuda, pero que aún le queda la otra media, devolver su escaño de diputado en el Congreso a UPN, a quien le pertenece por haber sido UPN -el dedo de Sanz entonces- quien lo propuso para ir en las listas de la coalición con el PP. Sanz tendrá que esperar a que Cervera sea formalmente nominado como candidato del PPN, y la 'devolución' -o mejor, la reversión- del escaño a UPN se producirá automáticamente, al ser un nombre de UPN el que figuraba por debajo en la lista de las últimas elecciones generales.

Que UPN lo disfrute bien en el tiempo que falta para las próximas generales -como mucho año y medio-, porque a tenor de las encuestas disponibles, el partido regionalista navarro concurriendo separado del PP no va a obtener escaño en Madrid en 2012, si no se convocan antes. De momento el PNV le ha hecho un favor a UPN (Don Miguel puede temblar como pretenda cobrárselo) con el pacto al que ha llegado con Zapatero para sacar adelante los próximos Presupuestos Generales, pues sin el apoyo vasco tendría que haber disuelto el Parlamento y convocado nuevas elecciones.

Don Miguel, ufano, ahora que está personalmente de retirada, ha cargado también contra Cervera argumentando que el gran objetivo del PP en Navarra es que Rajoy se instale en la Moncloa (a fumarse sus puros, le ha faltado añadir), mientras que el de UPN es que no se instale un gobiero nacionalista en Navarra. La paradoja es que, pulsando como pulsa la única tecla del teclado regionalista -el miedo al nacionalismo-, no haya contestado aún a la oferta que se lanzó en el verano desde el centro-derecha navarro, si es que se enteró.

En efecto, ha pasado relativamente desapercibida la noticia del acuerdo de mutua colaboración entre el PP de Navarra y el CDN -el partido fundado por Juan Cruz Allí y ahora liderado por Burguete- con vistas a las próximas elecciones, precisamente -se ha argumentado también desde las dos partes- por la circunstancia de que el acuerdo entre EA (integrada en NaBai en Navarra) y Batasuna podría provocar que los nacionalistas fueran la lista más votada en Navarra, si el centrodeercha se presenta desunido, y el PSN arrastra consigo el desgaste o la caída libre de Zapatero.

No se sabe qué va a hacer UPN, máxime cuando las relaciones entre Don Miguel y Doña Barcina -la actual presidenta de UPN, alcaldesa de Pamplona y próxima candidata al gobierno de Navarra- se han tensado, como era de esperar, y mucho más después de pequeñas escaramuzas entre los dos como la reciente presenciada a propósito de unos relojes regalados por la CAN, por si no fueran pocos los muchos miles de euros que han recibido -ellos y Jiménez del PSN- por la asistencia a los consejos de la entidad.

Consejos compro o vendo, y para mí no tengo, pensará Don Miguel. Un acuerdo 'defensivo' (frente al nacionalismo) entre PP-UPN-CDN, al que podría estar más inclinada Barcina por su propia afinidad personal con el PP -de hecho, ella habría sido la candidata natural a liderar el PPN, en lugar de Cervera-, dejaría en evidencia a Sanz y a su estrategia consumada de romper el pacto UPN-PP para pactar con el PSN, con el que aspiraba a gobernar eternamente Navarra, como gran objetivo político del milenio. Veremos en que quedan UPN y PSN después de los comicios.

En todo caso, la pinza del PP y CDN contra UPN tiene trascendencia al menos simbólica. El voluntarismo de Sanz que mágicamente convertía a UPN en un partido de centro por el hecho de llegar a acuerdos con el PSN, dejando al PPN 'necesariamente' a su derecha, pierde su efecto, si es que ha llegado a tenerlo. El CDN para muchos lucha por su supervivencia electoral (y consiguientemente política), pero conserva su 'imagen de centro' asociada a la de un navarrismo 'inteligente'. Quien puede quedar ahora a la derecha, con mayor fidelidad a sus orígenes, es UPN y será el sucesor de Jiménez (de estirpe navarra, pero con toda probabilidad más fugaz que los antiguos reyes ) quien no querrá pactar con ella.

Está por ver -sea cual sea la fórmula que pueda prosperar, y que en ningún caso pasará por la desaparición de las siglas del PP en la política foral- el efecto de ese acuerdo PP-CDN en la merma electoral (y consiguientemente política) de UPN. Si UPN comienza a perder votos, los perderá cada vez más, y rápidamente. Claro, que a Barcina, viéndolas venir, siempre le quedará la posibilidad de saltar al PP, y así el príncipe Cervera -como en los cuentos felices- podrá regresar a la Corte, donde además de reunirse con su amada, recibió -se contará- merecidas recompensas. La batalla de Navarra está servida, con independencia de cómo evolucionen las huestes nacionalistas.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Cumpliendo el guión

ETA no ha tardado en actuar según estaba previsto, con un nuevo comunicado que apela y agradece a los 'mediadores internacionales' su desinteresada iniciativa y pronunciamiento recogidos en la Declaración de Bruselas de marzo pasado, manifestándose dispuesta a reunirse con ellos para analizar el conflicto vasco y su solución. Ante la inacción de España y Francia, ETA apela al César internacional, al laureado con el Nobel de la Paz, a quien la organización terrorista pretende seducir con vaporosas figuras literarias a propósito de mares, anclas y aguas profundas.

La representación está en marcha. Ahora sólo falta ver lo que está dispuesto a hacer el Gobierno español por 'exigencias del guión'. Al desnudo, en cualquier caso, habrá de quedar, cuando llegue el momento crucial de la decisión (la presencia o no de Batasuna en las elecciones) y todos deban quitarse la máscara o no sea posible ya ponérsela. La audiencia permanece escéptica sobre el éxito y la autenticidad de una representación que al profundo drama social y moral que subyace de fondo, añade en su  nivel más superfical, pero determinante para esta puesta en escena, el drama político particular del gran mensajero de la paz de la escena española.

viernes, 10 de septiembre de 2010

ETA en escena

ETA ha entrado en escena para decir que cesa sus acciones ofensivas, que ya habían cesado hace meses por la eficacia del acoso policial que sufre por parte de España y Francia. Ni siquiera se habla de tregua, y por eso todos los partidos -menos la izquierda abertzale- se han adelantado a decir que el comunicado enviado a la BBC es 'insuficiente', que no era lo esperado, y que defrauda incluso las expectativas que se había hecho esa izquierda, dispuesta a ir mucho más lejos de lo que quisiera ETA, que no deja de arrogarse la tutela sobre ella.

Por supuesto que el comunicado es insuficiente, pero ETA ya ocupa el centro del escenario, y seguramente continuará haciéndolo en los próximos meses, precisamente porque lo que ha dicho es insuficiente. ¿Por qué esta súbita entrada en escena de ETA, por otra parte ya anunciada desde meses atrás? La proximidad de las elecciones municipales es una poderosa razón. Batasuna tiene prisa por volver a las instituciones de la mano de EA y si puede de Aralar. ¿Está avalando ETA esa operación en su comunicado? ¿O es un simple intento de lavar la cara, por su parte, para poder culpar luego al Gobierno de no haber permitido las listas de Batasuna?

El Gobierno por boca de su ministro Rubalcaba parece mostrarse firme con eso de 'o bombas o votos', que viene repitiendo incansable en un esfuerzo encomiable de pedagogía política. Como si esto fuera realmente lo sustantivo del momento e hiciera falta, por tanto, un nuevo movimiento o bien de ETA, entregando las armas, o bien de Batasuna, renunciando expresamente a la violencia y desmarcándose claramente de ETA (cosa que hasta ahora Batasuna todavía no ha hecho, y no se sabe siquiera si se lo ha pedido EA). Pero, en cualquier caso, el gobierno no piensa ni tiene por qué mover ficha, se dice.

Si sólo hay esto, indudablemente no hay nada. El Gobierno, aunque quisiera (que dice que no quiere), no va a poder colar esta vez a Batasuna en las listas con artificios rocambolescos como los utilizados las últimas veces, y aún para ir con EA mucho va a tener que blanquear sus nombres. El Gobierno no se va a mover, pero eso no quiere decir que no se haya movido ya. Que se hubiera anunciado la retirada de escoltas a determinados cargos antes del comunicado de ETA, resulta por lo menos curioso. El Gobierno no va a negociar, no va a abrir un nuevo proceso de negociación, por orgulloso que se sintiera Zapatero antes del verano de su iniciativa de la legislatura anterior (y resulta también curioso, con todo lo que llovió después, que el presidente se atreva a elevar a la categoría de mayor acierto lo que sin duda constituyó un enorme error de cálculo por parte suya). El Gobierno no va a negociar, pero eso no quiere decir que otros no vayan a hacer las veces.

La presencia en el escenario (medios, Parlamento europeo) de 'mediadores internacionales' para resolver el 'conflicto vasco' y poner fin definitivamente a ETA, remite a varios meses atrás y seguramente no tardarán en aparecer de nuevo. Si lo hacen no será por la capacidad operativa y de influencia actual de ETA, presuntamente derrotada, sino porque el Gobierno así lo ha pedido y urdido, por supuesto con las mejores intenciones, pues todos queremos la desaparición del terrorismo de nuestras vidas. No es probable, si así fuera, que ese movimiento lo haya acordado con el PP, por mucho que se esfuerce Rubalcaba en escenificar el giro de 180º en la política antiterrorista del PSOE respecto a la legislatura anterior. El comunicado es insuficiente porque habrá otro, y ya se especula, en efecto, sobre la proximidad de un nuevo comunicado de ETA sometiéndose a la verificación internacional del cese (unilateral, porque sólo de ella proviene) de hostilidades.

Y surge la maldad. Zapatero ha visto la parte positiva que tiene que desde fuera le marquen y exijan a su gobierno lo que hay que hacer, como se ha visto con la crisis, que de otra manera no se hubieran dado los pasos mínimos que se han dado en España, como la reforma laboral aprobada por las Cortes ayer. Los mediadores serían de facto los negociadores y el Gobierno -sin tener que explicar las diferencias del caso vasco con Irlanda del Norte o Kosovo- podrá cumplir diligentemente determinados 'pasos obligados' sugeridos por los mediadores, que si vinieran ahora de su mano sería impensable hasta plantearlas, como por ejemplo la inmediata legalización de Batasuna o la desaparición de la Ley de Partidos, o el ulterior reconocimiento del derecho de autodeterminación. Evitaría así el desgaste que supondría conceder por propia iniciativa esas exigencias actuales del abertzalismo, pero capitalizaría -en el momento en que se encuentra ya sin ningún capital político- el éxito inmediato de la expectativa del final de ETA. Pero, por supuesto, los pensamientos malos hay que alejarlos rápidamente de la mente.

La sociedad española, y la vasca en particular, urgen a la desaparición de ETA. Está en la mano de ETA. Lo que no pueden pretender los terroristas es erigirse en directores del 'proceso democrático' cuando aún no han demostrado conocer ni interiorizado las reglas más básicas de la democracia. No se trata de despreciar cualquier ayuda que pueda facilitar el fin de la violencia, pero sería irresponsable prescindir ahora de lo que se ha mostrado eficaz en la lucha contra el terrorismo, o de lo que han sido lentos pero importantes avances en la izquierda abertzale, como la aventura de Aralar, que podrían irse al traste precipitando las cosas. El tema es urgente, luego conviene esperar. La urgencia de las elecciones es razón suficiente para no dejarse llevar por ella. ETA y Batasuna -hoy formalmente lo mismo- han engañado demasiadas veces con la cita de las urnas y no hay nada, por el momento, al menos en el terreno de lo cognitivo, sensaciones y emociones a parte, que indique que vaya a suceder ahora lo contrario.

Que Batasuna pueda llegar a hacer verdaderamente política exige cultura -cultura política- y tiempo: algo más, sin duda, que unos pocos meses. Zapatero soñaba con que el fin de ETA pudiera llegar con Aznar. No fue así. Tampoco tiene que ser necesariamente con él. Si de verdad se quiere ver ese final, los dos grandes partidos han de ir de la mano. Zapatero quiso ir solo a desatascar el tema catalán y ha provocado casi una inundación. A estas alturas debía saber que el tema vasco es 
aún más complicado. De dos debilidades, la de ETA y la de Zapatero, es difícil que pueda establecerse un terreno firme que produzca el fortalecimiento de la convivencia colectiva, que es lo que precisan el País Vasco y España.

martes, 31 de agosto de 2010

La marcha sobre Zapatero

Debe ser el el efecto del regreso de vacaciones, que uno está más fuerte y ha engordado, pero la sensación que transmite el pobre Zapatero, que no ha podido disfrutar de ellas, es de extrema debilidad. Seguramente no es así, pero eso da lo mismo mientras los demás lo crean y actúen como si así fuera, no sólo pensando en Zapatero, sino en la nación que gobierna, España.

A Franco, cuando estaba en las últimas, Marruecos le organizó la marcha verde sobre el Sahara. Ahora que a Zapatero no le ven bien, dan alas a sus activistss sobre Ceuta y Melilla, y se lían a palos contra los nuestros que defienden los derechos de los saharauis. El gobierno de España, el de Zapatero, se limita a decir que no pasa nada o a dar la razón al gobierno de Marruecos.

No sé si es entreguismo, pero es lo que parece ante la audiencia. La marcha sobre Zapatero, antes de que se marche él, también se está organizando dentro de nuestras fronteras, como se está comprobando a propósito de la negociación de los Presupuestos. Zapatero no está dispuesto a marcharse ni a adelantar unas elecciones que pudieran acelerar su marcha, pero está dispuesto a que los nacionalistas marchen sobre él y sobre los intereses de España.

¿Por qué no se va a aplicar ahora el artículo 150.2 de la Constitución -la cesión de competencias exclusivas del Estado- por concesión a los nacionalistas vascos, aunque eso pudiera romper la caja única de la Seguridad Social y debilitar el pacto PSE-PP en el País Vasco, si con ello Zapatero se asegura los votos del PNV en el Parlamento y salva la cara? Veremos si es entreguismo, pero lo sigue pareciendo.

Los nacionalistas dijeron o dieron a entender hace meses que no apoyarían estos Presupuestos, los que se suponen decisivos para la salida de la crisis y sobre los que va a poner sus ojos Europa. Pero como no hay dinero para pagar los favores, la situación es más peligrosa. El precio a pagar es directamente político, retumbe el condado de Treviño o la reciente sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut.

La marcha sobre Zapatero es una marcha sobre España. El PP lo sabe, pero a veces parece divertirse con ello, porque también juega a explotar la debilidad del Presidente y organiza su particular marcha sobre él. No estaría de más, si realmente es consciente de la gravedad de la situación que predica, que al menos se ofreciera a negociar las cuentas públicas con el PSOE, antes de seguir contemplando este drama  agónico y tristemente inevitable.

viernes, 6 de agosto de 2010

Zapatero, en la mina

Zapatero no irá este año a Rodiezmo, a la fiesta minera leonesa que marcaba el inicio del curso político socialista desde que él gobierna, porque no está el horno para bollos con los sindicatos, que le han hecho la faena de anunciar la convocatoria de una huelga general a cámara lenta, y hasta que ésta no se celebre, tenga mucha o poca repercusión, el presidente no puede hacer nada: ni plantear una crisis de gobierno, ni nuevas medidas contra la crisis, ni nada de nada.

En estas lo mejor que podía hacer es irse de vacaciones, pero tampoco. No puede irse de vacaciones, porque la crisis, o mejor, la nueva imagen que quiere dar de sí mismo ante la crisis, no lo permite. Después de todas las costosas reformas que se habían hecho en años pasados para que el palacete de La Mareta, en Lanzarote, estuviese a gusto de los señores Zapatero-Espinosa, ahora la teatralidad de la política no permite 'justificar' el gasto.

Zapatero no irá a la mina en otoño, pero se queda en la mina en verano, aunque tenga poco que hacer, porque para bien o para mal la economía va ya sola. Así que para llenar el tiempo, Zapatero hace lo único que sabe hacer. Maniobras cortas, tengan las consecuencias que tengan, y se lleven por delante lo que sea o a quien sea. Zapatero trabaja por su supervivencia, pues ya no hay cocina que pueda endulzar las encuestas, como se ha visto con el barómetro de julio del CIS, que reconoce más de 6 puntos de distancia al PP.

Montilla, en un rasgo de honestidad y sentido común, dijo en el Parlament catalán que la única manera de remediar lo ocurrido con el Estatut era una reforma de la Constitución. En Moncloa la cosa no debió gustar (la obispa laica ya había predicado que la reforma de la Constitución exige determinados consensos nada fáciles de conseguir, sobre todo cuando ni se pretenden, se olvidó añadir) y la tesis duró poco. El propio Montilla apareció en El País silenciando su afirmación del día anterior y lamentando por el contrario que el actual TC hubiera traicionado el espiritu posibilista de 1978.

La realidad es justamente la contraria, pero es lo que conviene a Zapatero, asegurar -sin más garantía jurídico-política que su palabra- que el estropicio del Estatut se puede arreglar por la puerta de atrás de la reforma de alguna ley orgánica, e intentar así contener la pérdida de votos en Cataluña, y el propio enfado del PSC, que hasta Felipe González ha tenido que defender lo indefendible: lo que no tiene cabida, sin reforma, en la actual Constitución de 1978, como le recordaba ayer Wert en las mismas páginas de El País.

No basta Cataluña para preservar el bien supremo de España, que es el PSOE. Zapatero y Moncloa trabajan estos días para imponer directamente de nuevo sus candidatos en Madrid, saltándose los cauces normales del partido. La famosa defenestración de Praga, al lado de la que se prepara de Tomás Gómez, el máximo dirigente del socialismo madrileño, será cosa minuta, si la resistencia de quien Zapatero aupó por las mismas razones que ahora quiere lanzarlo al vacío no logra dar un vuelvo a la situación.

Cataluña, Madrid, dos comunidades simbólicas y una ingrata realidad para el PSOE, que en nada  puede ayudar a mejorar sus expectativas generales, muy deterioradas en estos momentos Zapatero se queda en la mina este verano con la mirada puesta en las elecciones del próximo curso político, que es realmente lo que le preocupa y ocupa. Otra cosa es que tanto tesón no acabe en rebelión. Pero, en fin, cuando se baja a la mina lo importante es salir, Con el rostro ennegrecido, pero salir. Sin haber provocado el derrumbe de los galerías tras nuestro paso, mucho mejor.

viernes, 30 de julio de 2010

Decepcionante Felipe

Felipe González lleva un tiempo que no para. Sale y llena más espacios de los que quisiera, y también de los que debiera. Que si el ex-presidente español llama a refundar Europa. Que si está profundamente desencantado y quiere echar a Zapatero porque no tiene ni idea. Que si el 'jarrón chino' estaría dispuesto a volver a un primer plano del escenario público si hiciera falta, porque sigue entusiasmando a la militancia. Tanto movimiento ha hecho que surjan igualmente los viejos demonios, y en medios que el propio Felipe consideraría herederos del antiguo 'sindicato del crimen' se habla de las posesiones del sultán González en Tánger o se aviva la memoria de la historia con el Gal, Filesa o Rumasa.

Es tanta la responsabilidad de Felipe González que no dudó en intervenir junto a Zapatero en la celebración del centenario del grupo socialista, para combatir la 'depre' de los compañeros, que no se merecen lo que están sufriendo quemándose a lo bonzo por Zapatero. Y por amor se supone que al partido, sigue haciendo cosas tan contradictorias y decepcionantes como el reciente artículo que ha firmado en El País junto a Carme Chacón a propósito de la sentencia del Estatut de Cataluña, siguiendo complaciente la consigna de Ferraz de responsabilizar de todo al PP. Cabía esperar algo más, mucho más, de quien más tiempo ha estado al frente del gobierno español, y la cuestión sin duda lo merecía. Pero no, como en 1993 (o en 1996), lo importante es cerrar filas y escenificar el 'no pasarán', el gran lema a fin de cuentas que ha mantenido vivo el PSC contra el PP.

Felipe emerge de la mano de la niña que aparece tan suya como de Zapatero, en un gesto más simbólico que lleno de contenido. Si esto es lo que le sigue poniendo a Felipe en su edad venerable, difíciles y complicados van a resultar el proceso de sucesión de Zapatero dentro del socialismo español y el arreglo de las fracturas sociales y territoriales que su política ha ocasionado. Va a resultar que del taumaturgo Felipe solo quedan sus viejos fantasmas y el dominio del ritual que estrecha el espíritu de la tribu. Eso ya lo ha hecho Zapatero y estamos como estamos. Decepcionante Felipe. Ya sólo falta que nos amenice el mes de agosto con un algún otro artículo refrescante, por ejemplo con Montilla, sobre la fiesta nacional y la prohibición de las corridas de toros en Cataluña.

domingo, 25 de julio de 2010

Diez años inconmensurables

Se cumplen diez años de ZP al frente del PSOE, de los cuales seis han transcurrido en La Moncloa al frente del Gobierno de España. Detrás de estas simples cifras, que podrían parecer exitosas en términos de carrera política personal, se oculta una terrible verdad. Zapatero llegó al poder de improviso, tras los sucesos criminales del 11-M, sin tener la más mínima experiencia de gobierno, ni siquiera de concejal; y sin saber gobernar continúa rigiendo los destinos de España. Es duro decirlo, pero esa tremenda verdad es la que explica todos sus grandes errores de cálculo y, como inevitable consecuencia, la situación al límite en que se encuentra actualmente España.

El estallido de UCD, la corrupción felipista, el 11-M. Los cambios de partido en el gobierno se han realizado en este país a golpe de sucesos inconmensurables, de hechos fuertes y trágicos todos. La constatación es inquietante, dice poco de nuestra normalidad democrática y parece abonar por contra el mito del fracaso y de la excepcionalidad española. Pero el hecho es que si se produce el triunfo del PP en las próximas elecciones -sea cuando sean éstas- habrá que hablar de nuevo de situación extrema para referirse al contexto en que se produjo el relevo en el gobierno.

Lo peor de todo es que, aunque parezca difícil, el fenómeno Zapatero puede repetirse. Después de 25 años de democracia española, a partir del éxito colectivo de la Transición, hemos generado una nueva generación de políticos -la de Zapatero- que no tiene más cultura que la de partido, que no tiene otra experiencia profesional que la de haber medrado dentro del partido, y que no tiene otra ambición que la de servirse del partido en la esfera pública. El manual del elector del partido es un pobre bagaje de preparación, ciertamente, para enfrentarse a los graves problemas de una sociedad compleja como la española de nuestros días.

Esta situación, no nos engañemos, se da en mayor o menor proporción en todos los partidos y ha puesto a prueba a la España construida desde la Constitución de 1978, particularmente la España de las Autonomías. Arreglarla va a requerir, guste o no, reformas estructurales de calado, posiblemente en la propia arquitectura constitucional, de las que nadie quiere hablar, para no contrariar al nacionalismo desbocado, pero que será inevitable hacerlas, mas pronto que tarde. Que Santiago Apóstol ilumine a nuestros políticos, ha pedido el rey ante el patrón de España. Falta hace, sí señor.

miércoles, 14 de julio de 2010

Del Orgullo Rojo a la Fuerza de la Roja

España. El estado de la nación es tan de euforia por la victoria de la Roja en el mundial de fútbol, que no hay el menor interés por seguir el debate parlamentario sobre el estado de la nación, incoado esta mañana por el discurso de quien antaño se distinguiera como el más digno representante del orgullo rojo dentro de la democracia española, el señor Zapatero, y hoy, merced a las malditas circunstancias, ha visto como los hechos desmentían sus engaños y únicamente puede confiar ya en la Fuerza Roja, en el empuje y los éxitos de la selección española de fútbol, para devolver la confianza a España y los españoles y sacarnos de la crisis. El Empire State de Nueva York coronado con los colores españoles es el mejor signo de la inmediata recuperación de España, deben pensar Zapatero y sus ministros, confiando en su propia suerte.

No se lo ha querido restregar Zapatero a Rajoy, caballeroso él. Arrepentido tendría que estar el líder popular de haber alimentado a conciencia el anticatalanismo por toda la geografía española con la 'impugnación masiva' del Estatut ante el Tribunal Constitucional, cuando los catalanes lo que han hecho es contribuir más que nadie al triunfo de España en el Mundial, y vibrar como auténticos patriotas con el mejor símbolo de España, los colores de la camiseta roja. Por contra, los traidores a Cataluña han sido Rajoy y el Tribunal Constitucional, responsables del desaguisado actual, que llevó a los manifestantes de la víspera del triunfo futbolero que recorrieron las calles de Barcelona, a volverse contra el propio president Montilla, y por ende contra Zapatero. A ver cómo las gastan los catalanes ahora en las votaciones del Congreso. Pobre Zapatero, siempre obligado a pagar él en sus carnes los errores exclusivos del PP.

No se ha podido elegir mejor fecha para concitar menos atención por la presente edición del debate. Éste era el deseo presidencial y lo ha conseguido plenamente, no sólo por sus dotes adivinatorias, que ya habían previsto la victoria de España en el cono sur africano. La canícula hace preferible dormir la siesta presenciando por TV una aburrida etapa del Tour que el más apasionante debate entre Zapatero y Rajoy. Los navarros, por supuesto, ni se han enterado pues después de siete días de sanfermines sólo pueden entonar el Pobre de Mí. Pobres de Nosotros, condenados a mirarnos al ombligo, cuando fuera de nuestra geografía estos días podías disfrutar viendo como se te paraba por la calle o se te miraba con simpatía, aun en los medios más rurales, por el simple hecho de ser español. Así lo he podido comprobar personalmente en Francia, que celebra hoy con orgullo su fiesta nacional. La fuerza de la Roja.

domingo, 4 de julio de 2010

El reino de la incongruencia

Al presidente Zapatero le da igual Cataluña que Catalunya o Catalonia. Cataluña era una operación para ganar votos y mantenerse en el poder, aunque pusiera a España y a las instituciones patas arriba. Y ahora que España está boca abajo, postrada por la crisis, y que algunas instituciones han hecho lo indecible por no dejarse arrastrar por el desorden introducido por Zapatero, el presidente no sabe qué hacer ni qué decir.

Ni las cifras de paro reflejan algo distinto a la preparación de la actividad turística estival, ni la reciente sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estatut catalán supone una derrota estrepitosa del PP. De la incapacidad del gobierno para entender y transmitir el verdadero significado de la crisis ya sabíamos, porque da constantes muestras de ello. Pero de lo otro esperábamos algo más que volver a la carga contra el PP, que es lo único que sabe hacer este gobierno, como se ha manifestado también a propósito de la huelga salvaje de metro en Madrid.

El gobierno aprueba la bajada del sueldo de los funcionarios y de los empleados públicos, antes que aplicarse la poda a sí mismo y a la sociedad de corte que ha alimentado (asesores superfluos, enchufados, subvenciones a amigos y clientelas interesadas). Y cuando otros niveles de gobierno como las comunidades autónomas aplican esas medidas en su ámbito de responsabilidad, aun rebajando la cuantía de sus efectos, los sindicatos -los mismos que al más alto nivel han gozado de los placeres de la corte y únicamente han sabido aplazar el anuncio de una huelga general para septiembre- se deciden de golpe ni más ni menos que a reventar Madrid, e incumplen, no ya los servicios mínimos exigidos, sino los mínimos requisitos legales de cualquier huelga.

Hemos asistido estupefactos a la sonrisa hipócrita de la obispa laica y vicepresidenta del Gobierno de España a propósito de los lamentables sucesos de esta huelga de Madrid. De la Vega sonreía como si la huelga revolucionaria le favoreciera a ella y al PSOE contra su enemiga política, la presidenta madrileña del PP Esperanza Aguirre, y eso fuera lo realmente importante.  Seguimos así. Tal es la incomprensible ceguera que padecen nuestros insignes actuales gobernantes, aunque a diferencia del ensayo de Saramago, son éstos los que se ven abandonados por los propios ciudadanos como reacción natural de rechazo.

El contagio de esta ceguera es evidente y cada vez más peligroso. Daba verdaderamente lástima escuchar a la obispa laica decir que la recién clausurada presidencia española de la UE sería recordada por generaciones de europeos. Lo será sin duda por generaciones de españoles, pero por motivos bien distintos a los que han querido y quieren esculpir en el frontal de la historia, primero Pajín y ahora De la Vega, a espaldas de los hechos. Da igual que el acontecimiento planetario de la fatua atracción Obama-Zapatero haya estado a punto de provocar un auténtico cataclismo en Europa y en España. La historia la escriben los vencedores y Zapatero se resiste a aceptar cualquier derrota.

Es lo que estamos viendo con la sentencia del Estatut. Zapatero ha tardado días en hablar, aunque la consigna del PSOE circuló enseguida. El argumento cuantitativo de la derrota del PP ha sido muy preocupante. Un gobierno y un partido que reaccionan así después de cuatro años de espera de esa sentencia del TC, y que ha hecho lo indecible por defender la plena constitucionalidad del texto y por presionar al tribunal para que así fuera, es un gobierno y un partido agónico, y antes que todo sin argumento alguno.

El tema era serio. Era necesario saber dónde estábamos, como nación y como estado, cuyos fundamentos constitucionales Zapatero había sacrificado, apostando por la política de hechos consumados (la reforma de la Constitución por la puerta trasera de los estatutos), para instaurar la pax socialista-nacionalista que debía reinar por décadas bajo la bandera de la nueva España plural. Lo que era un problema de ambiciones o aspiraciones de hegemonía dentro de un partido o de una clase política se acabó definiendo como un problema de estado y su resolución acaba de ser verbalizada -por parte de quienes contribuyeron al problema- como una crisis de estado.

Zapatero ha tardado en hablar y lo que ha dicho es a todas luces decepcionante y, una vez más, profundamente incongruente. Quien iba a aceptar lo que viniera del parlamento de Cataluña (que se siente nación y así lo ha llevado al preámbulo del Estatut, aunque no tenga eficacia jurídica...) está satisfecho con la sentencia porque el texto es básicamente constitucional y, por tanto, objetivo cumplido, dice ahora. Pero resulta que los nacionalistas catalanes, a pesar de la derrota escandalosa del PP, han visto la sentencia como una auténtica derrota suya y han llamado a la movilización en la calle -el president Montilla se ha puesto a la cabeza-, al tiempo que se han vuelto contra Zapatero, responsable a la postre del nuevo problema creado con España y de lo que califican de crisis de estado.

En un ambiente de rebelión, que no es más que el pistoletazo de la precampaña catalana, quien se muestra más tranquilo es el PP, a quien se suponía lamiéndose las heridas de la derrota y se ha vuelto a señalar con el dedo como aspestado de la política catalana, aunque seguramente llegue a tener la llave de la gobernabilidad después de las elecciones catalanas, y todos lo saben. Montilla se ha apresurado a exigir una reactualización del pacto con Zapatero, que es como decir que Zapatero no ha cumplido su compromiso con Cataluña, o al menos con el tripartito catalán, lo que es verdad, pues tan seguro se creyó éste de tener a Zapatero en sus manos que pretendió colar (o incluso meter a capón) un Estatut sin pactar con nadie, y que para pasar por el parlamento español ya tuvo que ser negociado fuera del tripartito con CiU.

Ahora con las rebajas del Tribunal Constitucional lo de objetivo cumplido sueña ridículo, se mire por donde se mire, pero lo de reactualizar el pacto suena todavía peor, a simple chantaje y desde las propias filas socialistas. Los diputados del PSC en Madrid siempre han aparecido como una amenaza para Zapatero en esta legislatura. Su frágil posición parlamentaria puede derrumbarse por dentro y no por simple retirada de los apoyos externos. CiU por boca de Artur Mas ha respondido de nuevo en ese sentido a la gracieta del objetivo cumplido. Que a ello haya respondido Zapatero, hablando por hablar, de reforzar si hiciera falta el Estatut y que esas palabras hayan sido interpretadas como disposición suya a buscar nuevas vías (la reforma de la LO del Poder Judicial, por ejemplo) para sortear la sentencia del TC en lo que ha sido declarado plenamente inconstitucional, no resulta tranquilizador.

Nada de esto parece congruente ni es el discurso que cabe esperar de un presidente de Gobierno en las presentes circunstancias, por desfavorables que éstas sean para sus propios intereses políticos. A la espera de conocer aún la sentencia, el fallo del TC no es el mejor de los posibles. Que muchos artículos estén sujetos a una interpretación particular -la que establece el tribunal- para salvar su constitucionalidad, no es lo deseable pues puede crear mucha inseguridad política. Pero es lo que hay, y hay que aceptarlo como una nueva regla del juego.

Lo que no tiene sentido y sobre todo resulta inadmisible en un presidente es que pretenda jugar a sortearla. Zapatero tiene que definirse sin dilación. No caben planteamientos pre-constitucionales (como es, por cierto, la actual ley de huelga), pero tampoco pos-constitucionales: o constitucional o anticonstitucional: que elija en qué posición quiere jugar ahora y que se atenga a las consecuencias, pero que no pretenda a estas alturas del partido despejar balones fuera de su propia portería, como si ésta no fuera la de España. 


Después de cuatro años estamos peor que al principio. Zapatero no quiso -porque no quería nada del PP- plantear de frente una reforma constitucional y maniobró de manera chapucera y torticera con la anuencia de los nacionalistas, que desde 1998 dieron for finiquitado el Estado de las Autonomías,  para darle a España la vuelta como un calcetín,  sin tener que hacer siquiera el gasto de comprarle un par nuevo ni proceder a la muda a la vista de todos. Ahora ya estamos hablando de Constitución obsolescente y ya tenemos un nuevo agravio de España desde la perspectiva nacionalista. Por obra y gracia de Zapatero. El término nación en el preámbulo del Estatut no tendrá eficacia jurídica, pero política ya la tiene toda.