viernes, 30 de julio de 2010

Decepcionante Felipe

Felipe González lleva un tiempo que no para. Sale y llena más espacios de los que quisiera, y también de los que debiera. Que si el ex-presidente español llama a refundar Europa. Que si está profundamente desencantado y quiere echar a Zapatero porque no tiene ni idea. Que si el 'jarrón chino' estaría dispuesto a volver a un primer plano del escenario público si hiciera falta, porque sigue entusiasmando a la militancia. Tanto movimiento ha hecho que surjan igualmente los viejos demonios, y en medios que el propio Felipe consideraría herederos del antiguo 'sindicato del crimen' se habla de las posesiones del sultán González en Tánger o se aviva la memoria de la historia con el Gal, Filesa o Rumasa.

Es tanta la responsabilidad de Felipe González que no dudó en intervenir junto a Zapatero en la celebración del centenario del grupo socialista, para combatir la 'depre' de los compañeros, que no se merecen lo que están sufriendo quemándose a lo bonzo por Zapatero. Y por amor se supone que al partido, sigue haciendo cosas tan contradictorias y decepcionantes como el reciente artículo que ha firmado en El País junto a Carme Chacón a propósito de la sentencia del Estatut de Cataluña, siguiendo complaciente la consigna de Ferraz de responsabilizar de todo al PP. Cabía esperar algo más, mucho más, de quien más tiempo ha estado al frente del gobierno español, y la cuestión sin duda lo merecía. Pero no, como en 1993 (o en 1996), lo importante es cerrar filas y escenificar el 'no pasarán', el gran lema a fin de cuentas que ha mantenido vivo el PSC contra el PP.

Felipe emerge de la mano de la niña que aparece tan suya como de Zapatero, en un gesto más simbólico que lleno de contenido. Si esto es lo que le sigue poniendo a Felipe en su edad venerable, difíciles y complicados van a resultar el proceso de sucesión de Zapatero dentro del socialismo español y el arreglo de las fracturas sociales y territoriales que su política ha ocasionado. Va a resultar que del taumaturgo Felipe solo quedan sus viejos fantasmas y el dominio del ritual que estrecha el espíritu de la tribu. Eso ya lo ha hecho Zapatero y estamos como estamos. Decepcionante Felipe. Ya sólo falta que nos amenice el mes de agosto con un algún otro artículo refrescante, por ejemplo con Montilla, sobre la fiesta nacional y la prohibición de las corridas de toros en Cataluña.

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