España. El estado de la nación es tan de euforia por la victoria de la Roja en el mundial de fútbol, que no hay el menor interés por seguir el debate parlamentario sobre el estado de la nación, incoado esta mañana por el discurso de quien antaño se distinguiera como el más digno representante del orgullo rojo dentro de la democracia española, el señor Zapatero, y hoy, merced a las malditas circunstancias, ha visto como los hechos desmentían sus engaños y únicamente puede confiar ya en la Fuerza Roja, en el empuje y los éxitos de la selección española de fútbol, para devolver la confianza a España y los españoles y sacarnos de la crisis. El Empire State de Nueva York coronado con los colores españoles es el mejor signo de la inmediata recuperación de España, deben pensar Zapatero y sus ministros, confiando en su propia suerte.
No se lo ha querido restregar Zapatero a Rajoy, caballeroso él. Arrepentido tendría que estar el líder popular de haber alimentado a conciencia el anticatalanismo por toda la geografía española con la 'impugnación masiva' del Estatut ante el Tribunal Constitucional, cuando los catalanes lo que han hecho es contribuir más que nadie al triunfo de España en el Mundial, y vibrar como auténticos patriotas con el mejor símbolo de España, los colores de la camiseta roja. Por contra, los traidores a Cataluña han sido Rajoy y el Tribunal Constitucional, responsables del desaguisado actual, que llevó a los manifestantes de la víspera del triunfo futbolero que recorrieron las calles de Barcelona, a volverse contra el propio president Montilla, y por ende contra Zapatero. A ver cómo las gastan los catalanes ahora en las votaciones del Congreso. Pobre Zapatero, siempre obligado a pagar él en sus carnes los errores exclusivos del PP.
No se ha podido elegir mejor fecha para concitar menos atención por la presente edición del debate. Éste era el deseo presidencial y lo ha conseguido plenamente, no sólo por sus dotes adivinatorias, que ya habían previsto la victoria de España en el cono sur africano. La canícula hace preferible dormir la siesta presenciando por TV una aburrida etapa del Tour que el más apasionante debate entre Zapatero y Rajoy. Los navarros, por supuesto, ni se han enterado pues después de siete días de sanfermines sólo pueden entonar el Pobre de Mí. Pobres de Nosotros, condenados a mirarnos al ombligo, cuando fuera de nuestra geografía estos días podías disfrutar viendo como se te paraba por la calle o se te miraba con simpatía, aun en los medios más rurales, por el simple hecho de ser español. Así lo he podido comprobar personalmente en Francia, que celebra hoy con orgullo su fiesta nacional. La fuerza de la Roja.
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