Rajoy ha dado un pequeño toque a Santiago Cervera con objeto de remover sus fundadas y comprensibles razones para no ser el candidato del PP en Navarra a las próximas elecciones autonómicas (que en el viejo reyno son, como todo, forales). Vamos que sí o sí, y Cervera ya ha dado algún pasito para formalizar el 'sí, qué remedio, quiero'. El primero disculparse públicamente por haber hablado mal de Don Miguel Sanz cuando se produjo la no tan traumática ruptura de UPN con el PP. O sea, confesión pública, conocido rito de aflicción que tiene efectos reparadores.
Don Miguel, virrey de Navarra, ha reconocido el gesto y ha manifestado que Cervera ya ha pagado la mitad de su deuda, pero que aún le queda la otra media, devolver su escaño de diputado en el Congreso a UPN, a quien le pertenece por haber sido UPN -el dedo de Sanz entonces- quien lo propuso para ir en las listas de la coalición con el PP. Sanz tendrá que esperar a que Cervera sea formalmente nominado como candidato del PPN, y la 'devolución' -o mejor, la reversión- del escaño a UPN se producirá automáticamente, al ser un nombre de UPN el que figuraba por debajo en la lista de las últimas elecciones generales.
Que UPN lo disfrute bien en el tiempo que falta para las próximas generales -como mucho año y medio-, porque a tenor de las encuestas disponibles, el partido regionalista navarro concurriendo separado del PP no va a obtener escaño en Madrid en 2012, si no se convocan antes. De momento el PNV le ha hecho un favor a UPN (Don Miguel puede temblar como pretenda cobrárselo) con el pacto al que ha llegado con Zapatero para sacar adelante los próximos Presupuestos Generales, pues sin el apoyo vasco tendría que haber disuelto el Parlamento y convocado nuevas elecciones.
Don Miguel, ufano, ahora que está personalmente de retirada, ha cargado también contra Cervera argumentando que el gran objetivo del PP en Navarra es que Rajoy se instale en la Moncloa (a fumarse sus puros, le ha faltado añadir), mientras que el de UPN es que no se instale un gobiero nacionalista en Navarra. La paradoja es que, pulsando como pulsa la única tecla del teclado regionalista -el miedo al nacionalismo-, no haya contestado aún a la oferta que se lanzó en el verano desde el centro-derecha navarro, si es que se enteró.
En efecto, ha pasado relativamente desapercibida la noticia del acuerdo de mutua colaboración entre el PP de Navarra y el CDN -el partido fundado por Juan Cruz Allí y ahora liderado por Burguete- con vistas a las próximas elecciones, precisamente -se ha argumentado también desde las dos partes- por la circunstancia de que el acuerdo entre EA (integrada en NaBai en Navarra) y Batasuna podría provocar que los nacionalistas fueran la lista más votada en Navarra, si el centrodeercha se presenta desunido, y el PSN arrastra consigo el desgaste o la caída libre de Zapatero.
No se sabe qué va a hacer UPN, máxime cuando las relaciones entre Don Miguel y Doña Barcina -la actual presidenta de UPN, alcaldesa de Pamplona y próxima candidata al gobierno de Navarra- se han tensado, como era de esperar, y mucho más después de pequeñas escaramuzas entre los dos como la reciente presenciada a propósito de unos relojes regalados por la CAN, por si no fueran pocos los muchos miles de euros que han recibido -ellos y Jiménez del PSN- por la asistencia a los consejos de la entidad.
Consejos compro o vendo, y para mí no tengo, pensará Don Miguel. Un acuerdo 'defensivo' (frente al nacionalismo) entre PP-UPN-CDN, al que podría estar más inclinada Barcina por su propia afinidad personal con el PP -de hecho, ella habría sido la candidata natural a liderar el PPN, en lugar de Cervera-, dejaría en evidencia a Sanz y a su estrategia consumada de romper el pacto UPN-PP para pactar con el PSN, con el que aspiraba a gobernar eternamente Navarra, como gran objetivo político del milenio. Veremos en que quedan UPN y PSN después de los comicios.
En todo caso, la pinza del PP y CDN contra UPN tiene trascendencia al menos simbólica. El voluntarismo de Sanz que mágicamente convertía a UPN en un partido de centro por el hecho de llegar a acuerdos con el PSN, dejando al PPN 'necesariamente' a su derecha, pierde su efecto, si es que ha llegado a tenerlo. El CDN para muchos lucha por su supervivencia electoral (y consiguientemente política), pero conserva su 'imagen de centro' asociada a la de un navarrismo 'inteligente'. Quien puede quedar ahora a la derecha, con mayor fidelidad a sus orígenes, es UPN y será el sucesor de Jiménez (de estirpe navarra, pero con toda probabilidad más fugaz que los antiguos reyes ) quien no querrá pactar con ella.
Está por ver -sea cual sea la fórmula que pueda prosperar, y que en ningún caso pasará por la desaparición de las siglas del PP en la política foral- el efecto de ese acuerdo PP-CDN en la merma electoral (y consiguientemente política) de UPN. Si UPN comienza a perder votos, los perderá cada vez más, y rápidamente. Claro, que a Barcina, viéndolas venir, siempre le quedará la posibilidad de saltar al PP, y así el príncipe Cervera -como en los cuentos felices- podrá regresar a la Corte, donde además de reunirse con su amada, recibió -se contará- merecidas recompensas. La batalla de Navarra está servida, con independencia de cómo evolucionen las huestes nacionalistas.
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