domingo, 28 de noviembre de 2010

La voz de los empresarios

España, después del rescate financiero de Irlanda, se ha colocado de nuevo en el ojo del huracán de la crisis. Incertidumbre y Falta de Confianza son el nombre de las dos plagas que azotan a la economía española. Falta de confianza externa e incertidumbre interna componen la antesala del miedo, el miedo al futuro que mina las posibilidades de cualquier proyecto colectivo.

No se trata de proclamar el Apocalipsis, pero tampoco es posible permanecer en el limbo, que al parecer el propósito de Zapatero después de haber amagado algunas medidas para contentar la voracidad de los mercados y hacerles creer -a ellos y a los agentes externos- que España ha emprendido el buen camino para la solución de sus problemas, y que sólo es cuestión de esperar.

Ganar tiempo, esperar a que pasen las inmediatas citas electorales sin que nuevas medidas o reformas le pasen una factura mayor, contemporizar con los sindicatos, resistir a la oposición, atrincherarse con los nacionalistas, comunicar mejor. Zapatero no sabe más que de política pequeña. Pero España lo que precisa en estos momentos es otra cosa, es política grande.

Así se lo han venido a decir los empresarios, los supuestos responsables de la crisis, como intentó vender el púber Zapatero 'in earlier times'. Se lo han dicho primero por escrito, por mediación del rey. Y se lo han dicho luego directamente de viva voz en La Moncloa. Más que una imagen de interlocución, lo que le han dado los empresarios a Zapatero es una voz.

La voz de los empresarios se ha hecho oír y ha sonado a bronca. Le han pedido al presidente que gobierne, que para eso le pagan. Que el problema es que fuera no nos creen, y que es mejor sobreactuar que quedarnos cortos en las reformas. Sí, Zapatero debe 'sobreactuar' porque -le guste o no- él aporta un 'plus' de desconfianza y es, por tanto, doble su responsabilidad con el país.

La voz de los empresarios ya ha levantado rumores, como sucedió antaño cuando se movían los militares y los políticos y medios de comunicación se dejaban llevar alimentando errores. España no está para aventuras de salón, ni para rumores de un gobierno de concentración presidido por una personalidad independiente, como operación favorecida por el propio rey.

Lo que faltaba a España ahora es un 23-F económico. Cómo si no hubiéramos aprendido nada de la historia reciente. El gobierno que gobierne. Y en el peor de los casos, si no puede o no quiere hacerlo, que convoque elecciones. Otra cosa es que lo más sensato de los dos grandes partidos deban convenir de manera ineludible reformas de calado político para un futuro próximo.

Y a nadie se le escapa que la voz de los empresarios ya ha apuntado en ese sentido algunos puntos dignos de toda atención. Sí, hay que hablar de la racionalización de la administración, de su tamaño y por tanto del futuro del actual Estado de las Autonomías. No se trata de replantear los fundamentos políticos de la España plural sino de asumir la inviabilidad económica de una España tan diversa y fragmentada en el mundo global.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Del 'seny' al orgasmo catalán

En España hay demasiadas elecciones sin que ello sea el mejor signo de la salud de nuestra democracia y menos de la calidad de nuestro discurso público. Hay tantas elecciones, que al público le pilla cansado, y a los políticos sin ideas. Esta doble circunstancia provoca estragos como los que estamos viendo en la campaña catalana para las elecciones del 28 N.

El tema es mucho más grave si viene a certificar la desaparición del famoso 'seny' catalán. Ni "sentido" ni "cordura" ni ponderación mental ni sana capacidad traducen los 'mensajes' que se han apresurado a lanzar partidos y políticos. No hay mensajes, sino simplemente gemidos y amagos de fluidos. La actual carrera catalana es una carrera hacia el orgasmo final.

El placer de votar al PSC, asimilado al orgasmo en un video electoral de las juventudes del partido. La supuesta noche loca de no se sabe quién con Monstse Nebrera, que parece no tener nada más que ofrecer que ella misma, tras su salida del PPC. Mientras a la heroína popular Alicia Sánchez Camacho le pone 'tumbar' inmigrantes a pistoletazo limpio en un absurdo videojuego.

Esto es lo que nos ofrecen. Unos lanzan el mensaje sesentayochista de 'jouir sans entrave' y otros inciden igualmente en él para criticarlo hipócritamente o para poner en el punto de mira al molesto inmigrante. Para colmo, quien podria pasar actualmente como el prototipo de político catalán del seny, Duran Lleida, no ha hecho sino lamentarse de que el orgasmo que procrea en Cataluña, sea el del pobre inmigrante también.

Y luego se extrañan los políticos de que el electorado esté hasta las huevotorras. Asi no van a atraer a nuevos votantes a las urnas, si es lo que realmente pretenden buscando concitar paradójicamente la atención de los medios de comunicación. Y los que suelen ir, a lo mejor esta vez, ante semejante espectáculo, lejos de movilizarse para ir a votar se quedan en la cama, bien disfrutando, o hundidos en la más profunda depresión.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Venidas y huidas

Benedicto XVI estuvo en España el fin de semana pasado, en Santiago de Compostela y en Barcelona, y todo aquel que ha querido preservar la pose de intelectual progresillo se ha visto en la obligación de tener que decir algo en contra, o más bien de repetir tópicos, y presentar al personaje como oscurantista o de ideas retrógradas, encubridor de clérigos pederastas, nostálgico de Trento y de España como reserva espiritual de Occidente y, por supuesto, impenitente en la defensa de valores morales trasnochados, sea a propósito de la familia, del matrimonio o del aborto.

Nuestros pseudointelectuales o aprendices de plumilla asumen de forma acrítica que modernización y secularización van de la mano, y que han de significar necesariamente la desaparición de la religión. Por lo tanto, a lo más, se respeta de manera condescendiente al creyente, como a un pobre infante que necesariamente habrá de madurar con el tiempo, pero al principal responsable de que continúe extendiéndose el credo católico, a ese se le aprietan las clavijas todo lo que se pueda, haga lo que haga, y diga lo que diga.

La verdad es que la venida del Papa ha sido todo un éxito, no ya para los creyentes que lo han arropado calurosamente en los distintos actos y han podido sentirse encendidos o reconfortados con sus palabras, sino atendiendo también a los indicadores más rastreros que se suelen utilizar al efecto. Que una misa y un angelus puedan ser equiparables en audiencia televisiva a un partido de fútbol puntero hace ver que el Papa y sus seguidores no son tan majaderos como algunos pretenden, y que muchos españoles no creyentes o no practicantes han apreciado también el valor de la visita, de las palabras y de los gestos de Benedicto XVI.

El Papa se ha volcado con Gaudí, sabedor de que es un santo civil catalán, y le ha devuelto todo su buen hacer por la difusión del Evangelio. Modernismo catalán y religión se aúnan de manera natural en el genio de la Sagrada Familia, hoy ya Básilica, para desasosiego de los militantes ciegos de la vieja teoría de la secularización. Por lo demás, qué va a decir el Papa sino repetir la doctrina de la Iglesia ante sus fieles. Otra cosa hubiera sido la bomba. La paradoja es que quienes presumen de laicistas terminan siendo más papistas que el Papa, pretendiendo imponer hasta a la propia Cátedra de Pedro los dogmas del fundamentalismo laico.

Europa no es ya el modelo, sino más bien la excepción en la nueva dinámica de la religión dentro de las sociedades avanzadas. De ahí, desde una perspectiva de iglesia, la preocupación del Papa por Europa, y dentro de ella por España. De ahí, desde la perspectiva política, el anacronismo en que se ha movido Zapatero, como campeón de un pretendido neoanticlericalismo como signo identificador de la izquierda. Que el presidente español recula es evidente, como demuestra el aparcamiento de la llamada eufemísticamente Ley de Libertad Religiosa, con la que se quería hacer caja.

Antes resultaba que era una necesidad imperiosa de la democracia, ahora se argumenta que sería un factor de división de los españoles, manifestando una vez más el PSOE cierto infantilismo político al considerar crédulos infantes a los demás. Zapatero ha reculado ante el Vaticano, dentro de los giros que viene prodigando últimamente, en su particular intento de transfifuración. Pero se ha reservado el gesto, pueril, y en ese sentido irresponsable, de irse de España cuando venía el Papa.

Ha huido lejos, muy lejos. A Afganistán. No para retirar las tropas españolas allí destacadas (qué menos cabía esperar, cuando se realiza el viaje que hasta ahora no había tenido tiempo de hacer) sino para que las tropas españolas le protejan a él del enemigo vaticano. El acto ha sido tan deliberado y tan fuera de lugar que ha sido necesario un Real Decreto (1433/2010, de 3 de noviembre) para designar a Rubalcaba como Presidente de la Delegación para los actos de recepción del Papa en sustitución del presidente Zapatero.

Con todo, no ha sido esto lo más llamativo de las respuestas a la visita del Papa. No gusta que el Papa dé lecciones, pero se pretende dar lecciones al Papa. El avezado ministro de la Presidencia Jáuregui responde a las críticas de laicismo referidas a determinadas políticas del gobierno español hablando de laicidad positiva. No deja de ser una ironía, pues ese es un concepto formulado por el propio Benedicto XVI y retomado luego por Sarkozy. Nuestros socialistas, que no andan muy finos, beben de Sarkozy para salir del paso, manifestando de nuevo orfandad de ideas, desconocimiento y, lo que es más grave, vulneración de los derechos de autor. Y luego presumen de intelectuales y de amparar a la SGAE.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Verborrea sobre ETA

De ETA es mejor no hablar mucho, pero esta semana ha habido una auténtica verborrea sobre el tema. Quien debía controlar y ser más prudente en sus manifestaciones al respecto, el presidente del gobierno, ha sido el primero en alentar todo tipo de especulaciones, expectativas y alarmismos por el tono mesiánico que suele imprimir a sus palabras sobre ETA, y que la realidad se encarga luego de desbaratar. Sucedió en vísperas del atentado mortal de la T4 en Barajas, que arrumbó la pasada tregua y negociación con ETA, cuando lo que Zapatero había profetizado era un salto seguro hacia la paz. Y ahora, lejos de haber escarmentado, se permite frases que emulan a las de Jesús al Buen Ladrón, aseverando -yo, os aseguro- que los pasos dados por la izquierda abertzale no serán en balde.

Los exegetas se han lanzado a discernir el misterio que encierran tan prometedoras palabras, y hasta el modo en que habrá de producirse la llegada colectiva al paraíso, tanto urge a todos la celebración de la paz. Demasiado ruido, demasiada confusión, demasiadas conversaciones de todos con todos, reales, inexistentes o desmentidas, cuando aquí lo que importa es el lenguaje de los hechos, que también tiene su gramática y ortografía. Aquí quien tiene prisa es Batasuna para poder presentarse a las elecciones; pero los demás no deben tenerla, si no se quiere asistir a otro déjà vu. Y si Batasuna es ETA, como han dicho los jueces, pues el asunto es para tomárselo con calma. No basta una declaración de Batasuna condenando la violencia o desmarcándose de ETA, por bienvenida que sea, sino que debe poder verificarse con el análisis del lenguaje de los hechos que Batasuna ya no es ETA. O que ETA, si diera el paso de anunciar el abandono definitivo de las armas y su autodisolución, ha dejado de existir efectivamente.

Un entramado como el de ETA no desaparece de la noche a la mañana y el estado de derecho debe exigir garantías, o no lo será, entre otras muchas razones por respeto a las víctimas del terrorismo, ignoradas y menospreciadas durante excesivo tiempo. De todo lo que se ha oído esta semana sobre ETA, tal vez lo más cuerdo lo ha dicho el nuevo ministro de la Presidencia Jaúregui, esperemos que reflejando el sentir del presidente y del vicepresidente todopoderoso, y no a título personal. No da tiempo de aquí a las elecciones municipales a todo ese proceso de verificación, aún en el supuesto de que los sucesivos anuncios anunciados que se van a producir se terminaran produciendo. Esto es así, y tiene que ser así porque lo que queremos primordialmente los españoles es la construcción de una paz duradera -dentro y fuera de Euzkadi- y no resolver los 'conflictos' o los problemas políticos de nadie (sea el futuro de Zapatero, la continuidad o maniobrabilidad del lehendakari López con el PP vasco de Basagoiti, las expectativas electorales o de gobierno futuro del PNV si irrumpe Batasuna en el escenario, etc.).

Si esto es así, y tiene que ser así, entonces sobra la verborrea, sobran las ligerezas, las conversaciones efectuadas con torpeza y silenciadas o negadas con hipocresía, sobran las impaciencias, los triunfalismos, los cálculos interesados, y también las desconfianzas por principio. Falta, por el contrario, un poco más de responsabilidad por parte de todos, incluidos los medios de comunicación (de uno y otro lado), un poco más de diálogo abierto y veraz por parte de los principales partidos políticos, un poco más de sentido de estado, la simple capacidad dentro del respeto escrupuloso a las reglas del estado de derecho -sin atajos de ningún tipo- de pasar de la verborrea al lenguaje de los hechos. No estaría de más que el final de ETA pudiera reeditar el éxito de la Transición como un hecho histórico de todos, un mérito colectivo, algo realizado verdaderamente juntos y de lo que todos puedan sentirse satisfechos, tal vez no plenamente satisfechos, ninguno, pero sí satisfechos. Todos.