viernes, 26 de febrero de 2010

Hijoputizados

Dice Pérez Reverte que no admite lecciones de memoria histórica analfabeta; que ése es el problema, que esa memoria reescrita por políticos que no han leído un libro en su vida es muy peligrosa; que la suya no se agota en tres años de historia -los mitos de la guerra civil-, sino que abarca tres milenios; y que ya está bien de hablar de buenos y malos, que "cualquiera que haya leído historia de España sabe que aquí todos hemos sido igual de hijos de puta, todos". Vamos, que el que no sea un hijoputa, que tire la primera piedra.

No sé si se le puede dar a eso categoría de verdad, pero lo que sí parece mucho más claro es que nuestros políticos y sus atleteres se están hijoputizando enormemente de día en día, si es que no se han hijoputizado ya todos del todo. Maleado el que menos, nadie se anda ya con complejos ni rodeos, y se va por la directa. El lamento histórico de Pérez Reverte es que, a diferencia de Francia a fines del XVIII, no haya habido en España una guillotina en la Puerta del Sol que obligara a ser libre a la fuerza a quien no quisiera. "Nos faltó eso, pasar por la cuchilla a media España para hacer libre a la otra media".

Nunca es tarde, y a la vista de lo que está sucediendo, no es fácil saber si nuestros políticos se devoran unas a otros porque permanecemos aún en el estado de naturaleza hobbesiano de guerra de todos contra todos; o porque a falta del trabajo de aquella gran guillotina, cada cual viene ahora con su pequeña guillotina para ir introduciendo espacios de libertad definitivos donde le parece oportuno. Esperanza Aguirre se descubrió tal cual es gloriándose a micrófono abierto de haber quitado un puesto en el consejo de Caja Madrid al "hijoputa". Todos entendieron que se refería a Gallardón, y de hecho el "innombrable" se sintió ofendido, sin saber que la presidenta de Madrid se comportaba así para impelirnos a ser más libres.

Por otra parte, quienes quieren ver rodar la cabeza de Gallardón en la Puerta del Sol y defienden a la lideresa, son calificados de "ultras" por los cruzados de la libertad que siempre ha representado El País. Inducidas por esta actitud hijoputizada de la insignia del grupo Prisa (que bravuconea ante la llegada de la bota del duce Berlusconi a Cuatro), algunas llamadas de telespectadores inteligentes envían ya calificativos de "hijoputas, sois unos fascistas" a algunos programas de la TDT donde la "derecha sin complejos" campea por sus fueros.

Las cosas en el gobierno no van mejor. Las vicepresidentas andan a palos, haciéndose mutuas trastadas a costa del sueldo de los funcionarios. Una, que presumía de mando, porque no está en la Comisión negociadora del Pacto; y la otra, que pecaba de ingenua, porque se ha hijoputizado. Si miden las palabras y no se mentan a la parienta, es por ideología de género y no por falta de ganas, porque están que se tiran de los pelos. Es una pena por la obispa laica, ya casi dimisionaria. El gobierno dice querer aunar voluntades, pero su rostro negociador (Salgado, Blanco y Sebastián) no sale ya bien en las fotos. Antes que una Comisión para el Pacto parece el Comité de Salud Pública, dispuesto a hacer rodar cabezas a diestro y siniestro.

La crisis es dura, nadie está para bromas, nadie se corta un pelo, todos hemos sufrido mucho. ¿Todos hijoputas? Evidentemente no, pero hijoputizados, me temo que sí. Con perdón del vocablo, que para mi propio susto dice de sí misma con una sonrisa mi mujer. Hasta los ciudadanos, que han aguantado lo indecible, se han hijoputizado, y se nota en las últimas encuestas, donde dejan caer al gobierno con placer. Todos hijoputas, no; hijoputizados, sí.

miércoles, 24 de febrero de 2010

El pan nuestro de cada día

En la red el tráfico es denso. No es fácil abstraerse del ruido y concentrarse en la propia actividad. Son muchas las tentaciones de levantarse del propio escritorio y asomarse a la ventana, como cuando éramos estudiantes. Cuando la ventana es tu propia mesa, la cosa se complica. Es el problema de trabajar con ordenador, que como te descuides todo el mundo se mete sin permiso en tus papeles, y te los revuelven. Así, cuando vas a buscar una cosa, encuentras otra, o te llevas pequeñas sorpresas. Como ésta de ayer, que copio:
¿Vas a tener relaciones sexuales? El Gobierno te facilita los preservativos.
¿Ya las tuviste? El Gobierno te ofrece la píldora del día después.
¿Te has quedado embarazada?... El Gobierno garantiza el aborto.
¿Pero tuviste el niño? El Gobierno te regala el cheque bebé.
¿Estás desempleado? El Gobierno te paga el paro.
¿Eres vago y no te gusta trabajar? El Gobierno te concede una "paguina", becas para tus hijos y una vivienda social en la que no pagarás los servicios básicos (agua, luz, basura,...)
¿Eres drogadicto? El Gobierno te proporciona Metadona.
¿Eres un chorizo? El Gobierno vela por tu integración social, con inversiones en proyectos sociales.
¿Después de mucho dinero gastado en tí, tu sigues jorobando a la sociedad y vas a la cárcel? El Gobierno te mantiene mientras estés dentro y te facilita el paro para que cuando salgas no tengas que buscar trabajo y puedas seguir robando.
Ahora.... prueba a estudiar, trabajar, producir... ¡A ver qué ocurre!
¡¡¡El gobierno te sube los impuestos para pagar todo lo anterior!!!
No he podido evitar la sonrisa, pero algo enseguida ha reclamado mi atención. El ruido de la calle subía por la ventana (presuntamente) verdadera. Era la manifestación de los sindicatos que, nadando y guardando la ropa, protestan por primera vez contra el gobierno de Zapatero por la intención del gabinete socialista de alargar la edad de jubilación hasta los 67 años. Sí, es lo que había echado en falta al leer el mensaje que me había entrado en el correo electrónico. En la misma lógica.

jueves, 18 de febrero de 2010

La invocación del pacto

Un pacto, un gran pacto, España necesita un pacto de estado para salir de la crisis. ¿Quién lo dice? El rey, Zapatero, los catalanes de CiU, todos parecen movilizarse a la búsqueda de ese pacto reparador. ¿Quién lo quiere? Nadie. ¿Quién es el culpable entonces de ese fracaso? Todos. Después del debate de ayer en el Congreso sobre el estado económico de España, esa es la impresión. Y como sucede siempre, aunque todos tengan razones, no siempre tienen razón.

El gobierno es consciente de su debilidad y cansancio, y como el boxeador a punto de ser noqueado, busca apoyo firme antes de desfallecer, hasta en el árbitro si es necesario (el rey, que habla, muñe pactos, y hasta invita a Obama a que visite en viaje oficial España, a ver si nos sube el ánimo, a Zapatero y a todos). Zapatero quiere un pacto sin medidas fuertes que le puedan pasar factura electoral. Un pacto para recuperar la imagen exterior de España y la confianza. Una invitación a la responsabilidad para apoyar la política económica del Gobierno. A lo que no se presta el PP de Rajoy.

No se pueden apoyar las decisiones del gobierno que han llevado precisamente a esa desconfianza generalizada, dentro y fuera de España. Si quiere apoyo, el gobierno debe rectificar el rumbo y estar dispuesto a acometer las medidas necesarias, reformas estructurales, aunque reporten sacrificios. El estado económico de España podrá no ser calamitoso, pero la economía está enferma, tiene algo más que un resfriado, y si ha de ir al quirófano necesita un cirujano que sepa lo que hay que hacer.

Y en esas estamos. Que Zapatero no quiere ser el cirujano de hierro, de triste mención en la historia de España. Cuánto más acompañado sí, para llegar él con la mejor salud que se pueda al 2012, pero sin hacer nada traumático. Medicina natural. España saldrá sola de la crisis... antes del 2012. Nada de reforma de pensiones ni cosas por el estilo. Es lo que le ha dicho Blanco, por mucho que se quiera ahora presentar al ministro de Fomento como auténtico hombre de Estado. El cuerpo de España podrá no aguantar, pero lo importante es que aguante el PSOE, y si Zapatero se hunde, pues ahí está él, el vicesecretario del PSOE que se postula a vicepresidente del gobierno, para luego sucederle, Pepiño Blanco, el controlador de los controladores buen controlador será. Hasta Rajoy, pidiendo ayer a la bancada socialista que tomaran la inicitiva de relevar a Zapatero, trabaja a su favor. Entre gallegos anda el juego.

Ni Zapatero quiere ser cirujano de una España necesitada de urgente intervención, ni Rajoy quiere dar un balón de oxígeno a un Zapatero gravemente enfermo, políticamente hablando. Se invoca el pacto, pero no hay verdadera voluntad por ninguna parte. Se empieza hablando de pacto, pero enseguida la valentía o el coraje al que se apela, no es para lograr el pacto, sino para presentar una moción de censura o retirar la confianza al presidente. ¿A qué no hay co...? En un momento del debate Zapatero tuvo un lapsus y se refirió a esta "cama" en lugar de la cámara. No es la primera vez que la mente del presidente se pierde o es atraída por ese campo semántico, aunque esta vez fue lógico, porque en el debate no se estuvo hablando de pacto sino dudando de los atributos masculinos del presidente del gobierno y del líder de la oposición.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Imposturas

La presencia de Zapatero en el Desayuno de Oración en Washington la semana pasada tuvo algo de impostura. Zapatero ha justificado su asistencia como una oportunidad para el país, poder hablar en un acontecimiento así ante una audiencia tan selecta. Aunque enseguida ha personalizado el protagonismo, vanagloriándose del hecho de que hasta él, ningún presidente de gobierno español en activo había intervenido en ese acto. El mérito entonces es suyo, sin que importe el modo en que se fraguó la invitación, que no partió de la Casa Blanca. Moncloa había anunciado, en todo caso, un encuentro con Obama antes del Desayuno, reunión que finalmente no tuvo lugar porque los Obama llegaron tarde. Pero ese pequeño desaire es lo de menos, la foto del abrazo con el presidente americano ya compensó al español el viaje, y a Zapatero le brillaron los ojos el resto del día. Mientras Zapatero vivía su gramo personal de gloria, en su país, en España, la bolsa se desplomaba marcando los registros más bajos desde el otoño de 2008. El Desayuno con Obama le había sentado bien a Zapatero, pero no al país, que vivió un día negro.

No está el horno para bollos, y la opinión pública no ha reaccionado bien con esta presencia de Zapatero en el tradicional acto político-religioso de La Familia, la organización de Doug Coe. Para unos, no tiene mucho sentido que tome ni enseñe allí la palabra alguien que casi presume más de ateo que de agnóstico. El no inclina su cabeza ante el nombre de Dios que bendice a América, como tampoco lo hizo en su día al paso de la bandera americana en Madrid. Pero pretende disimular su incapacidad con el inglés pidiendo a su audiencia que le permitan hablar en castellano (español para el resto del mundo), "la lengua en la que por primera vez se rezó al Dios del Evangelio en esta tierra". La impostura es aún mayor cuando el orador subraya en ese foro la importancia de los valores cristianos que animan a España, valores e idea misma de nación que Zapatero ha desdeñado o conculca con su política interior a este otro lado del Atlántico.

Para otros, lo que es imperdonable es que Zapatero se rinda a los encantos del poder de los neocons, con tal de figurar en primera línea junto a Obama. También se le ha criticado a Obama en Estados Unidos por asistir al Desayuno, pero la tradición define el ritual, y la presencia institucional del presidente forma parte ya de él. La pregunta es entonces qué hacía un Zapatero sonriente dejándose querer por quienes, públicamente y en secreto, defienden una mezcla de iglesia y estado, y se han significado en la legislación contra los gays. No deja de ser un contrasentido, sino una impostura también, a la luz de determinadas políticas que Zapatero ha favorecido en España, como el matrimonio homosexual, y a la vista de la actitud beligerante que ha manifestado contra cualquiera que se opusiera a ellas, tildándoles de fundamentalistas religiosos. Seguramente la única referencia de Zapatero a Dios para invocar el derecho al jornal y la acogida al inmigrante no han impresionado demasiado a la audiencia americana, por sorpresiva que haya resultado en España, donde desde que gobierna él son varios millones más los que reclaman antes que el jornal el derecho al trabajo. La máscara "progresista" que ha pretendido conservar en Washington es la que ha perdido en España, dentro incluso de los sectores más minoritarios a los que siempre ha querido contentar, aun en contra del sentir mayoritario.

Obama ha protestado diciendo que una cosa es que se cuestionen sus políticas, y otra su fe. De Zapatero se cuestionan sus políticas y no se conoce más fe suya que la que pretende seguir transmitiendo en sí mismo, negando que España se encuentre hoy peor económicamente que hace seis meses, y dejando con la palabra en la mano a los diputados de su propio partido que no se presten a esta ceremonia del engaño. El pensamiento mágico y la teoría de la conspiración van de la mano. Mientras la ministra de Economía y su segundo viajaban ayer para tranquilizar a los medios financieros europeos e intentar vender la deuda pública española (que será todavía menor que otras, pero no hay quien la coloque), el vicesecretario general del PSOE Pepe Blanco (acompañado en la distancia por la cada vez más diminuta Pajín y dejándose oír como posible sucesor de Zapatero) hablaba de una fatal conspiración internacional contra España (especuladores y prensa extranjera maquinando juntos), de lo que responsabilizaba al PP. La impostura continúa. ¿Hasta cuándo el fingimiento y el engaño que ni siquiera pueden tener ya la apariencia de verdad?

miércoles, 3 de febrero de 2010

Desbordado y sin pulso

El gobierno parece desbordado por los hechos y sin pulso. Desbordado por la realidad que no quiso ver y negó, y también por la realidad que él mismo ha construido, y que amenaza ahora con caérsele encima. Ante esta situación, para la que se requiere coraje, el gobierno se muestra titubeante e indeciso. El problema es que ha perdido no sólo la credibilidad, sino lo que es peor, la autoridad. La cuestión no es ya que se piense que ha dado todo lo que podía dar de sí, o que no cabe esperar nada de él, sino que se le haya perdido el respeto. A Zapatero el primero, dentro y fuera de España. El maltrato que padece en las redes sociales de Internet es un síntoma preocupante.

Los datos son contundentes y no se pueden discutir. Ni siquiera maquillar. El paro -acelerada o desaceleradamente- sigue subiendo sin parar a cotas alarmantes. Se cuente como se cuente en enero ha sobrepasado el umbral de los cuatro millones. Un mazazo. El déficit, otro tanto. Nuestra deuda asusta y no habrá quien la compre a este paso. En la cumbre de Davos, el presidente español, a la defensiva, ha sido humillado. Lo de menos es que no sepa inglés. Lo grave es que, refugiado en su pensamiento mágico, considere que basta afirmar que España es un país serio, para que así sea, cuando lo cierto es que a España se la considera hoy un problema, y se la sitúa con los países que tienen problemas, al lado de Grecia y Letonia, como ocurrió en Davos.

Zapatero se ha marchado a orar con Obama. Falta les hace a los dos, pensarán algunos. El americano ha perdido su estado de gracia y no le queda más remedio que imprimir un giro pragmático a su política, si quiere conservar el pulso. Zapatero aunque quiera ya no puede, y si confiaba en que su suerte mejoraba unida a la de Obama, éste aunque pueda ayudarle ya no quiere. Después de rezar juntos, cada cual por su lado, y que Dios la ampare buena. Hasta el punto de que por primera vez un presidente norteamericano no asistirá a la cumbre EEUU-UE, prevista para la primavera en Madrid. Nueva humillación y nuevo mazazo.

La ficción creada de la conjunción cósmica entre Obama y la presidencia española de la UE se ha convertido en un auténtico fiasco, para descrédito de la pitonisa Pajín, y con evidente coste político para Zapatero. La agenda de Obama no es excusa. O la Unión Europea aparece como muy poquita cosa a los ojos de Obama, u Obama no tiene particular interés en compartir liderazgo con Zapatero. El liderazgo “progresista” de Zapatero no le interesa a Obama que se confunda con el suyo.

El primero está varado en la “izquierda cultural” y ha dejado a España a la cola de los países desarrollados, y será preciso toda una travesía del desierto para que salga de la recesión. El segundo, por el contrario, comienza a mirar más hacia el centro para conseguir mantener a EEUU como referente económico y político indiscutible de un mundo cada vez más incierto e inquietante como consecuencia misma del proceso de globalización.

Es la otra cara del pensamiento mágico. El pensamiento no transforma de forma mágica la realidad, pero las ideas una vez que se formulan son actos de lenguaje, que esconden una intencionalidad y que forman parte de una estrategia. Son actos políticos y deben ser tratados y juzgados, por tanto, como hechos. Esto es lo que magnifica el drama de Zapatero, y lo que endurece el juicio político que recibe actualmente. Su palabra fácil e inconsistente (en su boca o en la de quienes hablan en su nombre) comienza a pesar sobre él como una auténtica losa.

De nada sirve ya que rectifique, o que plantee debates o cuestiones que parecen razonables desde la lógica del pragmatismo, como pueda ser el retraso de la edad de la jubilación, según recomendó hace tiempo la UE a los países miembros. Haga lo que haga, Zapatero llega tarde, y lo hace mal, porque es incapaz de explicar lo que hace, porque no transmite seguridad ni confianza, porque le falta convicción. Aznar, más que al quite, al desquite, le ha propuesto un punto de examen para el Desayuno de Oración al afirmar: nunca nadie hizo tanto daño en tan poco tiempo. Zapatero no tiene fuerzas ni para responder. Esperemos que un buen desayuno americano y un ratito de oración, le tonifiquen  cuerpo y alma.