viernes, 31 de julio de 2009

Infeliz aniversario

Hoy ETA cumple 50 años, pero lejos de felicitarla, ni siquiera vamos a divulgar los actos que está realizando para conmemorar este infeliz aniversario. Cuando se juega y comercia con la vida, cuando se ponen cadáveres de servidores del estado sobre la mesa, sólo cabe en este día el desprecio para los asesinos y todo el calor y la cercanía posible con las víctimas y sus familiares.

ETA ya es mayorcita y tendría que ser lo suficientemente madura para darse cuenta de que no tiene ninguna salida por el camino de la violencia y del chantaje. Que no está en condiciones de dar lecciones sobre nada a nadie. Que no tiene sitio en la sociedad democrática, si es incapaz de entender y aceptar sus reglas, que no pueden ser precisamente las de ETA. Y que lo mejor que puede hacer, por el bien de todos y muy particularmente del País Vasco, es jubilarse o prejubilarse, abandonando incondicionalmente las armas. Esa es la única negociación posible, aplicando la ley, si quiere poner fin a su propia crisis y a tanto sufrimiento ocasionado en estos años por su inmadurez culpable.

Sin negociación con el estado y sin propaganda de los medios, ETA no es nada. Y nada debe ser.

martes, 28 de julio de 2009

Final en alto

Si ha habido un año de vacaciones merecidas para los españoles, ha sido éste, que tanto hemos sufrido y aguantado, particularmente a nuestros políticos. Y si no hemos trabajado todos lo suficiente es porque no nos han dejado. La crisis se ha cebado en España, como siguen reflejando los últimos datos de paro (no hay cambio de tendencia, como se había invitado a creer), y la culpa debe ser exclusivamente de los empresarios y del líder de la patronal, al que se acaba de responsabilzar de haber roto el diálogo social. Zapatero prometió antaño, cuando presumía de talante, que iba a trabajar para garantizar que todos los españoles pudieran disfrutar de un veraneo como el suyo. Pero ahora que hace falta, se permite amenazas y malos modales con el presidente de la CEOE, endilga una vez más la responsabilidad de sus propios fracasos al PP, pero él, Zapatero, se va de vacaciones, y no a cualquier sitio. Al palacete regio de La Mareta, en la isla canaria de Lanzarote, a cuenta del estado, lo que no hizo nunca Aznar, que se alquilaba su residencia veraniega, como es sabido.

Zapatero está muy contento con los sindicatos, pero más contentos están los sindicatos con Zapatero, por mucho que el líder socialista represente el poder. La memoria histórica no es útil para evocar la famosa huelga del 14-D lanzada contra Felipe González en 1988, porque un suceso de esa naturaleza ya ni se concibe. Los sindicatos españoles se manifiestan en las Autonomías contra los gobiernos del PP, o contra Sarkozy en Francia, coincidiendo con su presidencia europea, no vaya a cerrar la Renault. Cuando el poder está en manos de la izquierda el poder de los sindicatos no es más que una parte de ese poder, y además sumiso. Zapatero sigue sin querer ni oír hablar de ajustes, únicamente habla de mejorar las pensiones y prestaciones sociales en tiempos de crisis, como si fueran de bonanza, tirando del dinero de que no se dispone hoy, y del trabajo de mañana, que no sabemos si habrá para los españoles. Pues, puestos a seguir aumentando sin control el déficit público, que hubiese pagado las vacaciones a todos, y todos tan contentos.

Si lo que se quiere son políticas de gestos, ser consecuente con el "izquierdismo republicano" de que presume, y reavivar la memoria de la historia que apadrina, Zapatero debería incorporar a los sindicatos a su gobierno, nombrar ministros a sus dirigentes, como en tiempos de la guerra civil. Todos nos lamentamos de la ruptura del diálogo social. Un diálogo y concierto social, entre sindicatos y empresarios bajo el arbitraje del gobierno, que aquí no ha existido. Se ha buscado la foto histórica de unos nuevos Pactos de la Moncloa, como los que promovió Suárez durante la Transición, pero ha fallado el personaje de Zapatero, no Díaz Ferrán, quien hasta no hace mucho pasaba dentro de la CEOE como excesivamente complaciente con el presidente de gobierno socialista (más allá de algún fallo de micrófonos abiertos), y que lo único que solicita es una verdadera negociación, sin "líneas rojas" o cartas ya repartidas o marcadas. Aquellos célebres pactos no se reeditan con una simple cena en la Moncloa.

Zapatero insiste en la politización de toda la esfera pública bajo el principio del alineamiento ideológico y de la inevitable imposición del que gobierna ("Gerardo, yo soy el presidente del Gobierno, que no se te olvide", le dijo Zapatero al presidente de la CEOE, en un derroche de persuasión), que para eso ganó las elecciones, lo cual le legitima a su entender para el ejercicio del poder absoluto. Si hemos aceptado en España la "lógica de bloques" (progresista vs conservador) en el marco del CGPJ o del TC, no sin que se haya resentido la lógica democrática, ahora le toca el turno al frente social. La culpa de nuestro males y de que no hallen solución es de la patronal y del PP, ya que ésta sigue los dictados del PP, según el argumentario oficial, justificándose de esta manera que los sindicatos vayan a la rueda del gobierno, y el gobierno a la de los sindicatos. A Zapatero no le interesa el sindicalismo reformista, de larga tradición en Europa. Aboga por un "sindicalismo conservador"... de todos los mitos de la izquierda más rancia.

No todos van a tener vacaciones, al menos las deseadas. La crisis, el paro y, una vez más, el fuego devorador están alterando de forma dramática el merecido descanso de mucha gente. Cada incendio duele y siempre quedan dos preguntas bajo las llamas: qué o quién lo ha provocado, y qué se podría haber hecho para evitarlo o limitar al máximo sus efectos. Es obvio que las altas temperaturas de España obligan a extremar las precauciones de los ciudadanos y a realizar una política de prevención. No basta con quitar cuatro puntos del carnet de conducir por tirar colillas. No se entiende cómo la política de Zapatero, tan sensibilizada de boquilla con el medio ambiente, no se ha volcado en este tema, cuando resulta que el presupuesto que destina España a luchar contra el fuego es inferior comparativamente a los recursos que destinan Francia, Inglaterra o los países nórdicos. No hubiera sido difícil destinar parte del superestrella Plan E a limpiar los montes y mejorar los cortafuegos. Claro que los carteles anunciadores se verían menos.

El final del curso político se le ha vuelto cuesta arriba a Zapatero. Por utilizar un símil ciclista -ahora que celebramos la nueva hazaña del madrileño Contador en el Tour de Francia-, ZP soñaba con un descenso benéfico hacia el mar, después del mal trago de las elecciones europeas, que le ayudara a recuperar el crédito politico, y se ha encontrado al término del curso político con un final en alto que ha acabado por hundirlo. El fracaso del diálogo social se ha sumado al disgusto que le ha dado el presidente del CGPJ. Por primera vez en su historia, el órgano de los jueces no ha sido capaz de pronunciarse sobre un proyecto de ley del gobierno, hecho que resulta mucho más significativo al tratarse del proyecto de reforma del aborto, lo cual refuerza la postura del PP que ha solicitado que se retire esa propuesta, que no figuraba siquiera en el programa electoral del PSOE, por la fractura social que ocasiona. Los datos de la última encuesta del CIS permiten valorar el propio rechazo mayoritario de los votantes socialistas a la ley de plazos que promueve el gobierno (sólo un 29% la aceptaría).

Esta última encuesta que acaba de dar a conocer el Centro de Investigaciones Sociológicas, tan proclive al gobierno en la actual etapa, puede amargar las vacaciones a Zapatero. Por primera vez desde 2004, el PP se sitúa por delante del PSOE en estimación de voto. Además, suspende en pleno al gobierno de Zapatero al final del curso político, sin que ningún ministro se salve de la quema. La ofensiva judicial y mediática del caso Gürtel no hace mella en el PP, para mayor desesperación socialista, que había elegido ese terreno para desgastar a la oposición. Los medios críticos contra Rajoy, de un signo u otro, no ven motivos para la euforia, y ciertamente no los hay. Pero el curso político termina de manera muy distinta para el líder del PP. La dimisión que se ha producido hoy de Bárcenas como tesorero del PP (ante la inminente e inevitable petición del suplicatorio por pate del TS), le facilita desde luego mucho la cosas a Rajoy, que se podrá ir tranquilo de vacaciones. No así Esperanza Aguirre, ante las últimas noticias de la reactivación del caso de espionaje político en la comunidad de Madrid por actuaciones judiciales. En cuanto a Zapatero, únicamente cabe desearle que se recupere en La Mareta, entre las rocas, a salvo de los incendios.

miércoles, 22 de julio de 2009

Ritmo lento

La reflexión sobre el tiempo ocupa hoy día un lugar privilegiado dentro de las ciencias naturales, humanas y sociales. Resulta evidente la experiencia del tiempo vivido y la inquietud acerca del porvenir, en general, y de lo que nos aguarda (al planeta y a cada uno), en particular, pero no es fácil conceptualizar el tiempo y menos aún la cuestión del sentido (de lo que nos pasa, y de lo que hacemos). En cualquier caso, cada vez hay más conciencia de la multiplicidad del tiempo social, de los diferentes tiempos y ritmos temporales que conviven en el tiempo calendario, de la aceleración y la velocidad a que nos vemos sometidos y que parece imponerse en las llamadas sociedades avanzadas.

En España, a diferencia de otros países de nuestro entorno inmediato, el mes de agosto es el mes de las vacaciones por excelencia. De manera paradójica, por muy policéntrico que parezca el estado de las autonomías, Madrid sigue marcando el ritmo nacional. Madrid se paraliza y se vacía cuando llega el mes de agosto, contagiando a todos los demás, en contraste con lo que sucede en Francia, que por muy centralista que siga siendo, diversifica mucho mucho más el tiempo de vacaciones. Pero basta con incumplir ese ritual español, y desviarse en cualquier otro mes estival o del año unos pocos kilómetros de cualquier autovía del norte, por ejemplo, para entrar en un ritmo lento que pone en evidencia las falacias del tiempo trepidante, el de la política en particular.

El ritmo político es de por sí acelerado, mucho más rápido que los ritmos económico y social. Los medios de comunicación contribuyen poderosamente a esa sensación y realidad. El ritmo de la política puede llegar a ser frenético, por más que su capacidad de operar el cambio sea mucho más limitada de lo que suele suponerse. Se puede llegar a enloquecer viviendo en el mundo creado por el discurso de los políticos y sus altavoces mediáticos, mucho más si estos aspiran incluso a dirigir a aquellos, y por ende a organizar nuestras vidas. Muchos ciudadanos se ven amenazados de depresión cuando se producen algunos cambios al frente de determinados medios, como acaban de certificarse en la COPE, y comprueban que su mundo (el fabricado y sostenido por esos medios o determinados periodistas) súbitamente se derrumba, ocasionando una auténtica crisis de identidad.

En la quietud de la montaña o el mar, inmersos en un tiempo casi inmóvil, se ajusta la verdadera escala de lo real. Poco importa realmente la suerte política de unos pocos, se llamen Camps, Aguirre, Rajoy o Zapatero, por mucha prisa que tengan algunos en sentenciarlos. Las voces de quienes se afanan en multiplicar los escándalos políticos con el simple objetivo de destruir o deshacerse del adversario (a quien se trata como enemigo, en lugar de protegerlo, sabedores de la propia función que desempeña en el espacio público) no penetran en las profundidades de los valles y se disipan fácilmente con la suave brisa marina. La política se hace mucho más inconsistente y efímera cuando el ritmo que se le confiere atiende únicamente a 1) intereses partidistas y de supervivencia del líder en el gobierno o la oposición, o 2) pretende enmascarar los problemas realmente preocupantes.

Preocupa la crisis económica y el paro, perceptible en el propio espacio de vacaciones. Son de preocupar los efectos de la gripe A en los próximos meses, a tenor de las previsiones que algunos países próximos están haciendo. Preocupa igualmente en la España actual la protección e integridad de los menores. Y ante eso no se entiende la urgencia del gobierno en resolver el tema de la financiación autonómica, en sí mismo mal planteado y peor resuelto en el actual contexto no sólo de incertidumbre económica sino también constitucional en torno al Estatuto de Cataluña, que es lo que ha desatado las prisas: política de hechos consumados, como es habitual en el PSOE, antes de que se conozca la ineludible sentencia del Tribunal Constitucional, que puede afectar entre otros a este punto.

No se entiende si no es por la necesidad que tiene Zapatero, y a lo que sacrifica todo, de lograr la estabilidad parlamentaria de su gobierno, que no la tiene actualmente, como se ha podido ver en los últimos meses. Estabilidad que pasa mucho antes por asegurarse la fidelidad de los diputados catalanes del partido socialista (PSC), siempre amenazando con romper la baraja, que por arrojarse de nuevo en brazos de los nacionalistas republicanos de ERC, como en la anterior legislatura, por más que el deseo de Zapatero en ésta fuese el de aproximarse a CiU. El portavoz independentista catalán, Ridao, no ha dudado sin embargo en apuntarse el tanto de la "negociación", al tiempo que clavaba con frialdad su daga en la espalda del presidente del gobierno de España.

Si lo anterior preocupa de diversa manera, resultan futiles las batallas anti PP e intra PP que presiden la agenda política marcada por los medios, llenas de mentiras o medias verdades por parte de todos. Financiación ilegal del partido, paraísos fiscales, salida masiva de documentacion de sedes oficiales, nuevos actores y cargos implicados que no figuran en las actuaciones judiciales, todo tipo de pasiones y monstruosidades se han dado cita en los seriales de El País o la cadena Ser, jugando con filtraciones de supuesta documentación proveniente de la policía judicial o del ministerio del interior, como si de culebrones de verano se tratara, confiando en su masivo consumo por parte de una ciudadanía siempre ávida de noticias del poder y dependiente de los políticos, cuando lo que se consigue con ello es incrementar la distancia entre aquella y éstos, y el mismo desinterés por la política. Aunque los réditos electorales de esta estrategia hayan sido escasos o más bien contrarios, el PSOE y sus satélites insisten en su afán de presentar al PP como el ejemplo actual de la vieja política, tan denostada por Ortega, donde la política se confunde con la corrupción (olvidando, o queriendo hacer olvidar, que las páginas realmente sangrantes de corrupción en la historia reciente española las ha escrito el PSOE, y son difícilmente superables).

A estas horas declara ante el Tribunal Supremo el senador Bárcenas, el tesorero del PP, supuesto vértice de un iceberg donde debe naufragar -en el designio de los demiurgos- el partido de la oposición. Lo hace extrañamente a petición propia y como "imputado provisional". La ola está a punto de romper y veremos si, respetada al máximo su presunción de inocencia por parte de la dirección del PP, todo se desvanece como la espuma, o si lo que queda finalmente en la arena responde propiamente a las locas aventuras de este avezado lobo de mar en que, entre todos, se ha convertido a Bárcenas. Y en este caso habrá que ver a quien perjudican los secretos inconfesables, si a Rajoy o a quienes desde la defensa de la herencia del pasado siguen empeñados en descabalgar al actual líder del PP, aunque caigan ellos también en el intento, como pueda ser el caso de Esperanza Aguirre. Que se haya significado Álvarez Cascos, secretario general del PP y ministro de Fomento con Aznar, en que Bárcenas resistiera hasta el final no parece casual.

Que un político como Rajoy funcione a ritmo lento, lejos de suponer un defecto o debilidad, como le reprochan sus detractores (que habrían querido ver hace tiempo al tesorero del PP colgado de un balcón de la sede central de Génova), comienza a parecer una virtud. Nadie podrá acusarle de haber cedido a la presión contra su partido en provecho propio, aunque nadie dude tampoco de que ha llegado la hora de que Bárcenas descanse en otro puerto. Por fin las vacaciones para todos. Qué ganas de que las conversaciones ociosas y los argumentos colaterales, totalmente alejados de la tensión del hilo directo que el ritmo alocado (y frívolo) de la política pretende ingenuamente imponer, hagan sopesar finalmente en la tranquilidad y el silencio lo sustantivamente importante y real.