domingo, 22 de marzo de 2009

Roto internacional

El líder mundial Zapatero ha hecho un roto internacional sin quererlo. No lo ha hecho adrede, porque entonces sería puro masoquismo, pero lo que ha sucedido con el anuncio de la retirada de las tropas de Kosovo es señal de cómo andan las cosas en las Españas en general, y en La Moncloa en particular.


A Zapatero le ha sucedido con la cosa internacional lo mismo que con la economía, que de saber poco ha pasado al menos a cogerle el gustillo. Según nos ha venido diciendo, gracias a su ilusión y entusiasmo España no sólo se ha convertido un agente eficaz de la paz, sino que iba realmente a contar en el concierto internacional, ahora que Obama es el director de orquesta. Con estos antecedentes no se acaba de entender un error de cálculo de semejantes características. No hay nada mejor para demostrar que uno es amigo de Obama y que Obama puede apoyarse en uno que hacer lo que a uno le venga en gana, sin confiarse a Dios ni al diablo. Da igual el instrumento que uno toque, pero es evidente que ningún director de orquesta puede entender ni permitir que un músico se levante y se vaya, sin mayores explicaciones, a mitad de interpretación. Y esto es lo que ha ocurrido. Lo menos que puede decir quien lleva la batuta es que está "profundamente decepcionado". Y eso es lo que ha dicho la administración americana, que no se ha desentendido con Obama de la OTAN, como es natural.

No, no ha sido así, se ha afanado en aclarar no se sabe quién, pero esa es la imagen que se tiene de España. No de Zapatero, sino de España con Zapatero. Sea Bush u Obama el inquilino de la Casa Blanca. Que no es un socio de fiar. España. La ministra de Defensa Chacón no entiende que el Reino Unido pueda anunciar algo parecido sobre sus tropas en Kosovo y nadie reaccione, y con España sí (la cuestión del tamaño siempre importa, en este caso a favor de España, aunque -el número de soldados- no lo sea todo). Pero la falta de lucidez de la ministra (la imagen personal no es suficiente) no hace sino reforzar el argumento. Y claro, ha habido que rectificar, y decir que aunque "la decisión es firme" se pospone un año, o sine die si es necesario la retirada de los efectivos españoles en cuestión. Para más inri de Zapatero, la decisión tiene su lógica desde el punto de vista interno español, al no haber reconocido España la independencia de Kosovo.

Pero ahí está el fondo del problema. Cuando la política exterior se hace depender en exceso de la política interior, acaba pasando factura. Si en un primer momento Zapatero habría estado dispuesto a reconocer a la nueva república kosovar, ahora esa posibilidad choca de frente con su necesidad de distanciarse de toda vinculación con el nacionalismo o con una idea "confederal" de España. Y para eso, cuánto más lejos de los Balcanes, mejor. La crisis no perdona, enviar soldados al extranjero en misión de paz acaba siendo un lujo que España no puede permitirse, y hay que priorizar. Los quitamos de aquí y los enviamos luego a Afganistán. Hay que decirlo rápido, con suficiente antelación, antes de la celebración de la cumbre de la OTAN, que en esa reunión lo importante es la foto con Obama, la primera de una serie fulgurante que, continuando con la presidencia de Zapatero de la UE en 2010, capultará de nuevo al líder mundial al gobierno español en 2012, sin que -viajando por las alturas- la desertización de España le afecte en el camino.


¿Cuál es la política exterior de España? ¿Llegaremos a saberlo después de tanta "agenda internacional" de Zapatero, como nos espera? Mal ha comenzado su andadura internacional. Un roto no se produce por una torpeza o por falta de explicaciones en un determinado momento. El roto internacional que tenemos, es consecuencia de concebir la política exterior de España al servicio de los intereses políticos internos del partido del gobierno. Cuando en cualquier nación (que no dedique sus energías a discutir o a cuestionarse permanentemente su existencia) sucede lo contrario. La política exterior se concibe asociada a un proyecto colectivo que debe estar por encima de la estricta lucha partidaria. En España, el roto internacional redundará en el roto nacional y aun en el roto del PSOE, si todas las esperanzas sucesorias de Zapatero recaen, como se dice, en la actual ministra de defensa.


Más le valdría a Zapatero, en lugar de tener un diplómatico como jefe de bomberos de La Moncloa, teniendo que salir continuamente a apagar los fuegos ocasionados por los ministros, tenerlo en el Gobierno trabajando realmente por los intereses exteriores de España y por su proyección internacional, que sin duda la tiene.

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