Seguimos donde estábamos, o peor, pues algunos comienzan a perder la pelota, no la de los pies, sino la cabeza. Si el asunto no fuera serio, esto comienza a parecerse a una película de los hermanos Marx: ¡Más madera, esto es la guerra!
Nos hemos desayunado con algunos titulares de El País sobrados de adjetivos. El periódico de Prisa continúa acompañando a Garzón en sus movimientos. Aludiendo a los Autos del juez habla de “red de corrupción masiva” en Madrid (¡cómo le gusta al entorno del PSOE dirigir ese adjetivo al PP desde el triste asunto de las armas de destrucción masiva de Irak!), o, para quien rechace ese juego, la semántica ofrece otras alternativas, como la expresión también utilizada de “red de corrupción total en Madrid”. Y si alguien pensaba que la Fiscalía Anticorrupción, dejando por una parte a Garzón en su sitio, y por otra tranquilos a los aforados nacionales del PP (particularmente al tesorero), iba a impedir la búsqueda afanosa del Filesa de los populares, pues de eso nada, que ya podemos anunciar por lo menos la “financiación ilegal” del PP valenciano. Ahora que el PSOE ha perdido Galicia, hay que bombardear con más intensidad Madrid y Valencia. Y que vayan construyendo refugios en Murcia, que esta legislatura ya no se sabe cuánto va durar, y hay que ir debilitando las posiciones más fuertes del enemigo.
Pero la cosa no se queda en titulares. En un editorial, apuntando directamente a Camps, El País echa más madera. El Tribunal Supremo podría tener que intervenir de todas maneras porque los hechos investigados se han cometido fuera del ámbito de la comunidad valenciana. Y pide a Garzón que si toma esa iniciativa, y puede hacerlo incluso contra la opinión de la Fiscalía, lo haga de forma razonada y fundada, no vaya a repetirse, anota El País, lo que sucedió en el caso de los GAL (¡ni más ni menos!), cuando el instructor nombrado entonces por el Supremo desestimó los indicios contra varios aforados por no haber hecho Garzón sus deberes de forma suficientemente razonada y fundada, recuerda el periódico. Desde luego, la comparación puede poner a cualquier lector los pelos de punta, pues todos sabemos o hemos oído de que iban aquellos horrendos crímenes, cuya sospecha se levantó hasta Felipe González.
El asunto es efectivamente tremebundo porque en ningún momento se hace referencia en el editorial a los graves delitos que cabe suponer a Camps, después del despliegue de semejante argumento. Pero como todos tenemos algún estudio podemos buscar esa información en El País u otro periódico. Estamos hablando de unos trajes que supuestamente regalaron a Francisco Camps y Ricardo Costa como "sobornos en especie" los hombres de Correa, y que estarían valorados en 12.000 y 7.000€ (¡ni más ni menos!). Parece una broma, pero esto es lo que hay. Supuestos regalos de esa monta a todo un presidente de una Comunidad Autónoma y al secretario general del partido para agradecer contratos obtenidos por valor de 4 millones de euros. Pues hombre, ratas los chorizos (eso no es soltar panoja) y tontos los super-pijos del PP valenciano (por gustarles la ropa de Madrid). Y del juez algo gordo se podría decir también por no concretar nada acerca del modo en que Camps, Costa y los funcionarios presuntamente implicados favorecieron irregularmente a la trama.
A uno le pueden no gustar los trajes, Camps o ni siquiera el PP, como es lógico. Pero no hay que perder la cabeza por eso, ni hacérsela perder al conjunto de los ciudadanos, que esperan algo más del debate público. Sorprende que nuestra obispa laica Fernández de la Vega hable de los problemas del PP cuando ella tiene que dar cuenta de lo tratado en el Consejo de Ministros. O que un partido en serias dificultades políticas, como el PSOE valenciano, exija de inmediato a Rajoy que suspenda a la Ejecutiva del PP en esa región (a ver si así se quitan a los adversarios políticos de en medio, que de otro modo –en las urnas– parece que no pueden). Tolerancia cero con la corrupción, por supuesto. Y sea quien sea, que dé las explicaciones que tenga que dar (¿las da Garzón de sus regalos, también en especie o en forma de cacería?). Pero un poco más de equilibrio y sentido de la medida se puede pedir. No ya político (pues de una ex alcaldesa y número dos del PSOE de Madrid, y de una diputada de ese mismo partido en la Asamblea madrileña, imputadas en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid por un presunto delito de prevaricación urbanística, El País no se acuerda). Equilibrio sobre todo de cabeza.
Hay que agradecer, en cualquier caso, a El País el esfuerzo que hace últimamente por proporcionar toda una serie de materiales utilísimos para estudios de caso en cursos de periodismo, comunicación o de análisis del discurso político.
Pero la cosa no se queda en titulares. En un editorial, apuntando directamente a Camps, El País echa más madera. El Tribunal Supremo podría tener que intervenir de todas maneras porque los hechos investigados se han cometido fuera del ámbito de la comunidad valenciana. Y pide a Garzón que si toma esa iniciativa, y puede hacerlo incluso contra la opinión de la Fiscalía, lo haga de forma razonada y fundada, no vaya a repetirse, anota El País, lo que sucedió en el caso de los GAL (¡ni más ni menos!), cuando el instructor nombrado entonces por el Supremo desestimó los indicios contra varios aforados por no haber hecho Garzón sus deberes de forma suficientemente razonada y fundada, recuerda el periódico. Desde luego, la comparación puede poner a cualquier lector los pelos de punta, pues todos sabemos o hemos oído de que iban aquellos horrendos crímenes, cuya sospecha se levantó hasta Felipe González.
El asunto es efectivamente tremebundo porque en ningún momento se hace referencia en el editorial a los graves delitos que cabe suponer a Camps, después del despliegue de semejante argumento. Pero como todos tenemos algún estudio podemos buscar esa información en El País u otro periódico. Estamos hablando de unos trajes que supuestamente regalaron a Francisco Camps y Ricardo Costa como "sobornos en especie" los hombres de Correa, y que estarían valorados en 12.000 y 7.000€ (¡ni más ni menos!). Parece una broma, pero esto es lo que hay. Supuestos regalos de esa monta a todo un presidente de una Comunidad Autónoma y al secretario general del partido para agradecer contratos obtenidos por valor de 4 millones de euros. Pues hombre, ratas los chorizos (eso no es soltar panoja) y tontos los super-pijos del PP valenciano (por gustarles la ropa de Madrid). Y del juez algo gordo se podría decir también por no concretar nada acerca del modo en que Camps, Costa y los funcionarios presuntamente implicados favorecieron irregularmente a la trama.
A uno le pueden no gustar los trajes, Camps o ni siquiera el PP, como es lógico. Pero no hay que perder la cabeza por eso, ni hacérsela perder al conjunto de los ciudadanos, que esperan algo más del debate público. Sorprende que nuestra obispa laica Fernández de la Vega hable de los problemas del PP cuando ella tiene que dar cuenta de lo tratado en el Consejo de Ministros. O que un partido en serias dificultades políticas, como el PSOE valenciano, exija de inmediato a Rajoy que suspenda a la Ejecutiva del PP en esa región (a ver si así se quitan a los adversarios políticos de en medio, que de otro modo –en las urnas– parece que no pueden). Tolerancia cero con la corrupción, por supuesto. Y sea quien sea, que dé las explicaciones que tenga que dar (¿las da Garzón de sus regalos, también en especie o en forma de cacería?). Pero un poco más de equilibrio y sentido de la medida se puede pedir. No ya político (pues de una ex alcaldesa y número dos del PSOE de Madrid, y de una diputada de ese mismo partido en la Asamblea madrileña, imputadas en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid por un presunto delito de prevaricación urbanística, El País no se acuerda). Equilibrio sobre todo de cabeza.
Hay que agradecer, en cualquier caso, a El País el esfuerzo que hace últimamente por proporcionar toda una serie de materiales utilísimos para estudios de caso en cursos de periodismo, comunicación o de análisis del discurso político.
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