martes, 29 de septiembre de 2009

Nuevas paradojas navarras


El presidente del gobierno foral de Navarra, Miguel Sanz, ha puesto contra la espada y la pared a su hasta ahora socio de gobierno, CDN, y lo ha atravesado sin contemplaciones. Ha dado por roto el pacto político que unía a UPN y CDN desde hacía 6 años con la excusa de un pequeño desencuentro a propósito de la modificación de la ley del euskera, y esa circunstancia supondrá la salida inmediata de los dos consejeros de CDN del ejecutivo. Y quién sabe si la futura extinción del partido que fundara Juan Cruz Alli, y que ha escrito una página brillante del centrismo navarro.

En Navarra los otoños son movidos y se cae pronto la hoja. Un año después del inicio del vendaval político navarro, que provocó el mismo Sanz y se llevó por delante el pacto UPN-PP/PP-UPN para tener mayor libertad y capacidad de maniobra a la hora de entenderse con los socialistas navarros, se repite la misma historia y con idéntico propósito. UPN se arroja aún con mayor decisión en los brazos del PSN para llevar con brazo firme la casa de los navarros, y asegurarse que no caiga en manos de salteadores... (los nacionalistas que miran a Euskal-Herria). Otra cosa es que el PSN esté dispuesto a sostenerle.

UPN rompe pactos, uno tras otro, pero en su nueva estrategia da por supuesto que los socialistas tienen que serle fieles, y que lo serán. Exige a los demás la fidelidad que ella no es capaz de mantener. La relativa autonomía que Sanz reclamaba al PP es la que Sanz ha negado a CDN. Los pactos exigen votar juntos, ha argumentado con amnesia profunda. El único futuro que contempla para CDN es la integración en UPN o su desaparición. Tan segura se muestra UPN de sus encantos, que no le importa a estas alturas la incongruencia.

UPN se está empleando a fondo en fragmentar el centro-derecha navarro, paradójicamente para asegurar la gobernabilidad de Navarra y para mantenerse en el poder, fuente de su perenne juventud. Aunque no quiera ser del todo consciente de que a base de obligar a todos a reposicionarse, acabará por perder lo uno y lo otro, el poder y el atractivo, comprometiendo su propio futuro. Pues al final nadie quiere bailar con la más fea. Las papeletas siempre esconden sorpresas y paradojas, como pudo verse en Navarra con ocasión de las últimas elecciones europeas.

Sanz le está haciendo la cama a Barcina, recién estrenada como presidenta de UPN. Empeñado como está en escribirle un futuro de felicidad junto a Roberto Jiménez -el líder socialista navarro-, le hace un flaco favor. Prescindir del CDN sería un lujo que no puede permitirse la política navarra, alguien debería saberlo y hasta decirlo, aunque fuera el PPN, sólo para fastidiar. CDN dispone de una última oportunidad para marcar su territorio, su mensaje y su estilo propio de hacer política. Y la tiene que aprovechar. Al final, tampoco le viene tan mal la ruptura.

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