domingo, 20 de septiembre de 2009

Guerra de desinformación

Es sabido que en toda guerra una de las armas fundamentales es la desinformación, al tiempo que se procura mantener alta la moral de los combatientes en cada bando con todo tipo de ceremoniales. El Comité Federal del PSOE de este fin semana cumplió el ritual previsto y no hubo lugar alguno a la autocrítica, ni se alargó más de lo habitual con Zapatero. El objetivo era doble. Oficiar ante los medios la ceremonia de la unidad del partido socialista, todos unidos en torno al Gran Capitán. Y reivindicar la autonomía del partido y su capacidad de decidir frente a las pretensiones y críticas recibidas desde algún medio, El País en concreto, en los últimos días. "No podemos dejar que nos escriban el guión". Es lo mismo que se escuchó hace menos de un año en el Congreso del PP de Valencia, cuando Rajoy dio un paso adelante para no dejarse condicionar por El Mundo y la Cope, que habían tenido atenazado al PP desde los trágicos sucesos del 11-M.

Las tornas han cambiado y por ello resulta cuanto menos curioso el editorial de hoy publicado por el diario
El Mundo. No cabe sino sorprenderse ante lo que dice, si el hecho no formara parte de la guerra de desinformación a la que se entregan los medios cuando entran directamente en el combate político. No deja de ser un ejercicio de cinismo que se elogie a Zapatero por no dejarse tratar como un "subordinado" por un grupo mediático, cuando eso mismo fue lo que quiso hacer El Mundo con Rajoy, y éste no recibió más que críticas del periódico en el momento que decidió "independendizarse" no consintiendo ninguna tutela de Pedro J. sobre el PP, y menos que como reina madre fuese el periodista quien plantease la cuestión sucesoria y hasta eligiera el sucesor, como de hecho hizo director de El Mundo apostando por Esperanza Aguirre.

De forma interesada, y no poco servil,
El Mundo se deshace en elogios hacia Zapatero reconociéndole "un esfuerzo por practicar el juego limpio en las relaciones entre el poder político y la prensa". Si fuera así, lo que sin duda muchos juzgarán algo discutido y discutible, no estaría mal que El Mundo se empeñara, por su parte, antes de dar lecciones a nadie, en hacer él también un esfuerzo por practicar un juego limpio en las relaciones entre la prensa y el poder político, trátese del gobierno o la oposición, que de los abusos y maldades en esa otra vertiente de la cuestión es tanto o más responsable que El País. Pero ya se sabe que en la guerra, como en la guerra.

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