En estos tiempos de desorden y confusión en que vivimos, el PSOE se afana un día sí y otro también en acompañarnos y allanarnos el camino, aunque no siempre lo consiga y llegue incluso a sembrar el desconcierto entre propios y extraños. Conscientes de la alta misión educadora que todo partido político tiene en el espacio público, y de la formidable ocasión que constituye una campaña electoral para sintonizar con las auténticas preocupaciones de los ciudadanos, los socialistas lejos de contentarse con mensajes baratos de descalificación del adversario, andan empeñados en esta campaña europea en llegar al fondo de las relaciones entre padres e hijos, o hijas más en concreto, una elección sin duda acertada puesto que se trata de un tema clásico que concita la mayor atención y preocupación en esta sociedad compleja nuestra.
Sometidos a un perpetuo estado de cambio y trepidación, no sólo por la innegable aceleración del tiempo social en la época presente, sino por la inestimable aportación de la política de Zapatero en España, los padres de familia han contemplado estupefactos cómo la ministra Aído defendía con fruicción que las menores de 16 años puedan abortar sin conocimiento ni consentimiento de los padres. Por si les quedó alguna duda, Zapatero completó la faena de su inexperta ministra censurando la posible "interferencia" de los padres en la decisión de la hija. No es seguro que ese extremo de la ley pueda ser aprobado por el parlamento, y no se entiende entonces el énfasis que se ha puesto sobre el tema durante la campaña, pues lo que está claro es que esas menores no van a poder votar, y que muchos padres que lo habían hecho hasta ahora al PSOE, dejarán de hacerlo por este sencillo motivo.
Sobre todo a la vista del doble rasero que utilizan los socialistas en este tema crucial de las relaciones de los padres con sus hijas, como se ha podido comprobar también durante la presente campaña electoral a propósito de la hija de Manuel Chaves, ex presidente de la Junta de Andalucía y actual vicepresidente tercero del gobierno de Zapatero (además de presidente del PSOE). Resulta que la niña de sus ojos se ha visto profesionalmente beneficiada con una suculenta subvención de la Junta de Andalucía (casi 10 millones de euros, ayuda que en mucha menor cuantía había sido anteriormente denegada por el gobierno central), sin que su padre -presidente activo entonces- se haya inhibido en este asunto como estipula la ley de incompatibilidades. Debió de pensar que son tantos los familiares directos suyos en la administración andaluza, que esto a nadie podía llamarle la atención. Parece que en este terreno sí caben las "interferencias", y que resulta "totalmente normal" que un padre quiera lo mejor para sus hijos, según ha argumentado un consejero de Andalucía.
Claro, el problema es que muy pocos pueden disponer de los recursos públicos para ser tan generosos con sus hijos, y que ello tiene de antiguo un nombre, nepotismo, y que es inaceptable desde la lógica y las reglas democráticas. Más que doble rasero, lo que se observa en el PSOE son muy escasos principios morales. La niña mayorcita que se busque ella sola la vida, y puestos a aconsejar o a ayudar a alguien, pues eso, a los más débiles, a los menores y a los no nacidos. Esto es lo que la mayoría de la gente entiende y percibe a primera vista, pero ya se sabe que cuando se vive en continuo tiempo electoral todo se complica.
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