En España no sabemos de más ligas que las de fútbol, sobre todo hoy que el Barcelona juega la final de la Champions contra el Manchester y puede pasar de todo. Algunos nostálgicos recuerdan acaso también las ligas de alguna señora exótica, y solamente aquella minoría selecta que cultiva otros músculos y aún se afana en muscler le cerveau tiene a estas alturas una vaga noticia de la frustrada Liga de Educación Política que intentó promover Ortega y Gasset allá por 1913-1914 para poner a España en forma y de pie. La idea sigue siendo válida, no ya para favorecer una "nueva política" más abierta a la sociedad y con mayor implicación de la ciudadanía, lo que puede resultar excesivamente pretencioso o ingenuo, sino para educar a nuestros políticos. Cuánto más mejor, que al final lo bueno y lo malo siempre se pega.
Hay muchos espectadores de la política que sufren lo indecible en período electoral. Lejos de disfrutar con el espectáculo, les sobreviene una profunda desgana o se enervan considerablemente, sobre todo en España que vamos empalmando una elección tras otra (entre municipales, autonómicas, generales y europeas), por lo que el riesgo de sufrir una depresión o una crisis nerviosa es mayor. Muchos políticos no conocen otro lenguaje ni pronuncian otro discurso que no sea el estrictamente electoral. Se agitan tanto, nos tienen tan cansados de falsas promesas, que ya ni se esfuerzan en imaginar lo posible. Como si no valiera la pena contrastar críticamente las insuficiencias del presente dado con las bondades de un seguro porvenir labrado sobre los principios y valores que debieran manifestarse, pero que ni se molestan en proclamar. Se refugian directamente en la mentira y el engaño, y se entregan con fruición a la descalificación del adversario, al insulto y a provocar miedo. En esto, como en la falta de educación, también hay grados.
Este tormento se vuelve más insoportable cuanto más visible se hace la evidencia. Nos quejamos de la falta de debates políticos televisados, pero cuando los hay es un auténtico dolor. Muchos prefieren cambiar de canal si por error se topan con dos testas enfrentadas, en lugar de dos tetas bien alineadas, y perdón por la ordinariez, pero es lo último que se le ha ocurrido a la ministra Aído, al comparar el detalle de abortar con 16 años sin consentimiento de los padres con que una menor pueda "ponerse tetas" (esto es, someterse a una operación de aumento de pecho), así que dicho por ella la expresión no tiene nada de machista y resulta muy progre. Otros optan por apagar el televisor y meterse en la cama, si no para disfrutar de la sexualidad segura (como ha recomendado Pajín), al menos para preservar la integridad intelectual y poder desarrollar hábitos mentales saludables (sin que se pierda la esperanza en otra política posible).
El PSOE inició la campaña de las elecciones europeas con un vídeo zafio, con un cura y un neonazi por medio, que mereció la protesta del PP y de la Iglesia. No existe empeño real en explicar el proyecto socialista sino en desacreditar al adversario, al PP, identificándole con las voces que en Europa se expresan en contra de los inmigrantes, la pluralidad religiosa, la sanidad pública o la homosexualidad, y a favor de la pena de muerte y el despido libre. El vídeo acaba con la advertencia de que "el problema no es lo que piensan" estas personas, sino "lo que van a votar", cuando uno de los factores positivos y diferenciadores de la política española respecto a otros países europeos es precisamente que no exista ningún partido de extrema derecha. Lo positivo se transforma en negativo y para los cabeza de lista del PSOE el vídeo les parece "muy clarificador", pues qué duda cabe de que también "hay derecha dura en el PP". Es decir, reduccion al absurdo, y quien se dé por aludido es porque efectivamente es un energúmeno y exponente de actitudes retrógradas.
Es decepcionante que todo un catedrático de universidad, como el candidato socialista López Aguilar, que debía de afanarse en reservar un lugar para la palabra dentro de la política, haga gala de agresividad y se entregue a la descalificación y a la simple palabrotería. Antes del debate con el candidato popular Mayor Oreja, López Aguilar defendía el vídeo electoral del PSOE como fiel espejo de las actitudes "energuménicas" (sic) de la derecha. Y después del debate televisivo, en un gesto inusitado de modestia intelectual, se declaraba inequívoco vencedor frente al antigualla y retrógrado contrincante popular, quien, por aburrido que pudiera resultar a muchos, se había limitado fundamentalmente a repetir, de la manera más pausada posible, los datos más terribles de la actual crisis española. Si los modos de hombre tranquilo de Mayor Oreja podían resultar exasperantes, más triste pareció la renuncia del joven catedrático a la academia, a la razón, al estilo, al buen gusto y a las buenas maneras, que se le suponían, para someterse al argumentario de segunda mano dictado por la Pajín, encargada de orquestar por primera vez en solitario una campaña electoral socialista.
Es la misma consigna que traducen los carteles de las Juventudes Socialistas de España, o para qué hablar de los del PSC, pero que se vuelve contra la izquierda. Las campañas tan burdamente "anti" no tienen nada de progresistas y no hacen sino consagrar ese pensamiento negativo, fundamentado en prejuicios y obsesiones, que ha sido durante mucho tiempo el patrimonio de las derechas que se critican. Es el peor insulto a la inteligencia, y el que permanece hiriendo gravemente la dignidad que requiere todo verdadero debate en la esfera pública. Esa falta de sustantividad política acaba por hacer buenos finos conceptos como los de "vago" (José Blanco a Mayor Oreja, no se sabe muy bien por qué motivo, cuando no se le ha sorprendido sesteando en sede palamentaria como a su chica Pajín) o "gorrón" (González Pons a Zapatero por disponer de aviones del ejército para participar en actos del partido) con que se han obsequiado algunos políticos entre sí, calentando la campaña. Las propias listas electorales para Europa dan que pensar. Es llamativa la socialista, donde siguen a López Aguilar o bien políticos inteligentes que al parecer incomodaban en Madrid, como Ramón Jaúregui, o bien sonados políticos fracasados, como la ex ministra de Fomento Magdalena Álvarez (que los socialistas catalanes han ocultado en sus papeletas para que no pase factura en las urnas, tan conocida como es en Barcelona por sus desastres en las obras del AVE y otros socavones).
Ante tanta inconsistencia e incoherencia política es urgente reeducar a los políticos. Que tome nota el ministro de educación, por si puede extender las becas que promueve en estos días, a pesar de la crisis, a algunos políticos nuestros descolgados, por muy profesores universitarios que sean o hayan sido. Al final algunos perderán las elecciones no por méritos ajenos, sino simplemente por maleducadas y maleducados.
Tienes razón. Ayer sufrí un monólogo entre los dos candidatos mayoritarios. El PSOE en campaña no habla de sí mismo, hace de ventrílocuo del PP. López Aguilar se lo pone sobre las rodillas, mete la mano por la espalda y muestra su mejor sonrisa mientras Mayor Oreja dice: "Soy un racista, un homófobo, un meapilas"
ResponderEliminarA cualquiera con un poquito de sangre en las venas eso le cabrearía mucho. Pero no a Mayor Oreja. Zen. Más tranquilo que el abuelo de Heidi: se limita a poner los ojos en blanco mientras repite como una letanía: paro, paro, paaaaaaro ... para conjurar todos los males y conducir a su enemigo al infierno. Es una mierda.