domingo, 17 de mayo de 2009

Mujeres e ideología (I)


Toca hablar de aborto ahora y en eso estamos, dóciles a las indicaciones del gobierno. En política a veces se utiliza el ventilador y otras el silenciador. Es un crimen que haya 4 millones de parados, más aún si el gobierno no hace nada para evitarlo ni para ayudarlos. Zapatero tiene mala conciencia con eso, le quite o no el sueño, y la mayor prueba de ello es que ha tratado de ocultarlo, de que no se hable del tema, aplicando la técnica del silenciador. Para que la crisis económica y la gestión de la crisis, tema central -como no podía ser de otra manera- del debate sobre el estado de la nación, no tuvieran excesiva resonancia ante la opinión, el tema se envolvió cuidadosamente con las iniciativas gubernamentales sobre la píldora y el aborto lanzadas a los medios de comunicación en los días antes y después de la cita parlamentaria más importante del año. Tampoco fue casual que el dato esperado de la actividad económica del trimestre (con contracción de un 2'9%, la más fuerte en un trimestre desde 1970), llegara horas después de concluido el debate. Se trataba igualmente de silenciarlo y que continuara el espejismo de los "brotes verdes", que la vicepresidenta Salgado se empeña en hacernos creer anuncian ya el nuevo florecer de nuestra economía.

La nueva ley del aborto no figuraba en el programa electoral del PSOE, pero es ya toda una urgencia para el gobierno de Zapatero. Para algunos el problema del aborto no puede ser abordado correctamente si se contempla sólo como una cuestión de ideología o creencia, pero a esos mismos no parece importarles que el gobierno alce la cuestión del aborto como bandera ideológica y que pretenda imponer su criterio a la sociedad impulsando una reforma de la ley actual, sin que exista demanda social y menos aún consenso al respecto. Ideología es utilizar el aborto como enmascarador de lo que preocupa realmente a los ciudadanos. Ideología es esgrimirlo en la arena electoral buscando que la derecha se oponga por principio y acabe alineada o identificada con los curas y obispos (con mayor oportunidad ideológica si el candidato del PP a la elecciones europeas es un democristiano, el mogitriste Mayor Oreja, que no hace mucho cuestionaba abiertamente los principios y valores de Rajoy). Como Chávez, cada uno a lo suyo, Zapatero también quiere ser el referente del socialismo en el siglo XXI y persigue su particular "revolución cultural". Con independencia de lo que uno piense y haga realmente, lo importante es que sea percibido como exponente de una identidad de izquierda, aparecer y ser identificado como "progre", aunque en verdad se sea medio pijo o pija entera.

La revolución ideológica de Zapatero acaba exhibiendo en mitines cinturones Hermes de 500 euros y canaliza a través del sindicato de la ceja, que está ya al frente del ministerio de cultura, los intereses de los nuevos "intelectuales orgánicos", esos socialistas millonarios vinculados a la clase política dominante, que visto lo visto, son los únicos que se benefician de la actual crisis económica, incrementando sus cánones a costa de los parados y las sufridas clases medias. La nueva síntesis de tiempos y clases que preconiza la revolución de Zapatero, ha aunado lo pijo con lo progre, aplicando las correspondientes cuotas de igualdad, y el gobierno es un fiel reflejo de ello. En esa atmósfera bien perfumada se sitúa la actual campaña del aborto encomendada, de manera particular, a las ministras más desocupadas y que mejor ilustran el nuevo tipo de pijas progres auspiciado por Zapatero. Algunas no llegan ni a eso, y se quedan en niñatas o simples novicias de la nueva fe secular. A Bibiana Aído no la dejan sola, después de sus repetidas meteduras de pata, y siempre figura al lado de la madre Teresa (de la Vega) o junto a la hermana Trinidad (Jiménez), todas muy sonrientes, aunque no tenga gracia lo que se traen entre manos.

No todo en el árbol de la vida es bonito follaje, ni tranquilo disfrute de los placeres de la naturaleza, miembros y miembras unidos. Zapatero y sus ministros huyen de cualquier esfuerzo de racionalización en sus políticas, también en este tema. Convertir de facto el aborto en un método anticonceptivo más, por detrás de la píldora del día después, o incluso en un modo de seleccionar el sexo deseado del hijo, es una cuestión mayor que no puede dejar fácilmente indiferente. A tenor de algunas encuestas y declaraciones efectuadas, no han sido únicamente los curas o la derecha más o menos confesional quienes se han posicionado en contra del nuevo proyecto de ley del aborto (libre hasta las 14 semanas, y en algunos casos aún más). Buena parte de los votantes del PSOE se manifiestan en contra y hasta sus dirigentes saltan a la palestra. Porque es un tema que tiene honda repercusión social, que incide en la salud de la mujer y que afecta a su vida y libertad personal, no es razonable que se pueda expedir sin ningún limite de edad ni control médico la píldora del día después, que tiene bastantes más efectos secundarios en la salud, sobre todo de una chiquilla, que el consumo de tabaco o alcohol. Tampoco resulta admisible que se reduzca el aborto a una simple "prestación sanitaria", y que de esa manera se le pueda practicar a una menor de 16 años sin conocimiento ni consentimiento de sus padres (la intervención de los padres sería una "interferencia", en el decir de Zapatero). Lo que hace el gobierno con las mujeres, y lo que es más grave con las menores, es pura ideología. En mayor cantidad, y de bastante peor calidad, si admitimos el término, que la que achaca a quienes le critican.

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