miércoles, 23 de diciembre de 2009

Las tres estaciones de Bono


La nueva ley del aborto ha pasado ya por el Congreso de los Diputados, que preside Bono, quien en este difícil asunto ha pasado a su vez por tres estaciones.

Primera estación: Bono invoca a Obama. El 14 de noviembre publicó un interesante artículo en El País titulado Obama, Benedicto XVI y el aborto, que pasó tal vez desapercibido, pero que parecía alimentar un deseo sincero de que pudiera llegarse en España a un mínimo acuerdo al menos en el modo de enfocar tan desagradable cuestión. Abogaba, como había hecho a Obama, a tratar el tema de un modo equilibrado, prestando oídos al otro y evitando caricaturizar o demonizar a quien se oponía al aborto, como si lo que pretendiera fuera infligir sufrimiento a las mujeres. Aquí en España, el gran argumento en favor de la reforma de la ley ha sido -hasta el último día- impedir que las mujeres fueran a la cárcel por abortar, como si estuvieran yendo fecetivamente, o la derecha quisiera que así fuera. Invocaba Bono también a algún ínclito cardenal de la curia para reforzar esa necesidad de llegar con "realismo político" a un "terreno común" como la reducción de abortos y la regulación de la objeción de conciencia. Su pregunta final "¿No es posible en España este diálogo? ¿No buscaremos, como Obama, ese precioso minimum de acuerdo?" parecía anunciar un cambio de escenario o al menos su decidida voluntad de trabajar activamente para ello.

Segunda estación: Bono prepara el camino a Zapatero. Unos días más tarde, el 26 de noviembre, Bono vuelve a publicar otro artículo en El País sobre el aborto: "Ni derecho ni obligación". Algo había pasado, porque nuestro tercer hombre parecía más empeñado en justificar su postura personal ante la ley, un sí pero no, que en volver sobre la argumentación y el propósito anteriores. Su llamada final, erigido una vez más en sumo intérprete de los destinos eclesiásticos, era en verdad estentórea, y tenía el efecto de allanar el camino a Zapatero y a su ministra para el debate parlamentario:
"Hay sectores de la Iglesia católica que exigen al Estado que actúe con mano justiciera, aplicando penas y castigos, mientras se reservan para ellos la mano acogedora del perdón o de la penitencia purificadora. Como político que quiere inspirar su vida en el Evangelio de Jesús, aspiro a que también la nueva ley incluya una dimensión de comprensión y de misericordia. ¡Mujer actúa en conciencia, esta ley no te condena!"
Tercera estación: Bono sale a buscar el apoyo de los "democristianos" vascos. En diciembre los señores diputados han estado muy afanados con la tramitación de la ley del aborto, que lejos de avanzar hacia ese terreno común, ha derivado hacia la izquierda buscando alargar el período del aborto libre hasta las 22 semanas y de facto que las menores puedan hacerlo sin contar con los padres, pues finalmente -aunque se venda como una rectificación hacia el consenso- las menores no tendrán que informar siquiera en caso de que pudiera plantearse conflicto parental, y bastará aludir a eaa posibilidad para que pueda abortar sin más. Pero era necesario escenificar que se había buscado y llegado a un consenso. Y, al parecer, fue el propio Bono quien en secreto -no fuera a ser que se pusiera en cuestión su neutralidad institucional- negoció con los nacionalistas vascos el apoyo a la ley. El PNV que había planteado como enmiendas "irrenunciables", además del derecho de los padres a ser informados en el caso de las menores, el que se reconociera la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios, ha acabado alineado con quienes han defendido en la tramitación de la ley que se enseñe a practicar abortos en las facultades de medicina.

Bono no trabajaba sólo para los socialistas. En su particular cruzada contra la Conferencia Episcopal (que con su habitual don de lenguas había advertido poco antes que los políticos católicos que votaran la ley, tendrían que confesarse y rectificar públicamente para poder recibir la comunión), Bono puede contar con el refuerzo de algunos "democristianos" para hacer saber a los obispos, y a todo aquel que le interese, que tiene "la conciencia tranquila".

No hay comentarios:

Publicar un comentario