martes, 15 de diciembre de 2009

España del revés


España es rica en imágenes y las que vemos en los últimos días tienen la capacidad de mostrarnos el país del revés, que es la mejor forma de conocer sus hechuras, y su aguante, a pesar de los descosidos que le va haciendo Zapatero.

No es normal que los sindicatos se manifiesten contra los empresarios directamente, pero aquí lo tenían prometido y lo han hecho. Lejos de tocar al gobierno, o de reprocharle algo, que a nadie le habría extrañado, pues Zapatero ha hecho méritos por no saber cómo afrontar la crisis, los sindicatos la han tomado contra los que crean empleo, para que se les quiten definitivamente las ganas de hacerlo y tengan que postrarse ante los sindicatos, que para eso están con el poder: son parte del actual poder, y hasta alguno de sus dirigentes se cuenta entre los consejeros aúlicos del presidente. Están con Zapatero, pero no son tan poderosos como imaginan. Prueba de ello es que a la manifestación convocada del pasado día 12, no acudió ni la décima parte de los que habían previsto, y eso pese a que fletaron autobuses y trenes gratis, y anunciaron y repartieron dietas entre los afiliados y simpatizantes para facilitar que acudiera la gente.

Debe ser dinero que les sobra de las subvenciones del Estado -es decir, del dinero que les damos-, mientras a las pequeñas y medianas empresas no les llega la bolsa ni la vida para continuar a final de mes, y a todos nos suben los impuestos como genial ocurrencia. El gobierno no se implica para mediar entre sindicalistas y empresarios, si es que hubiera afán realmente de salir juntos de la crisis. El gobierno toma partido y se contenta con escapar de la responsabilidad de la crisis asistiendo complaciente a esa burda escenificación contra el capitalismo irresponsable. Más chapapote ideológico.

Como el de la Conferencia de Presidentes autonómicos de ayer: conmigo o contra mí, y como el PP no está con las recetas económicas de ZP, que convencer no convencen a nadie (ni envueltas en navideña Ley de Economía Sostenible), pues ya ha encontrado para el día de hoy a quien encasquetarle la responsabilidad de la crisis y del paro. Y así hasta que no haya crisis, que algún día saldremos de la recesión, y cuanto más bajo caigamos, mejores serán luego los números de la recuperación, y mayores los méritos de nuestro guía y conductor..., si es que llega a esa estación.


Más sorprendente o difícil de comprender es la inacción del gobierno respecto a las consultas independentistas celebradas el día 13 nada menos que en 160 municipios de Cataluña. El ciudadano de a pie no acaba de entender cómo han podido llegar a celebrarse, o incluso que se defienda su legalidad, por más que se subraye desde el gobierno y aledaños que los votos no son representativos o que esa consulta es jurídicamente inocua. El gobierno relativiza y quita importancia al asunto, pero permite que se hagan este tipo de cosas, en tono alegre y festivo, simplemente porque los nacionalistas a los que deja sacar músculo, son los mismos que le están sacando las castañas del fuego en el parlamento español.

La imagen que se traslada, es que aquí no hay estado ni autoridad política. Hasta el propio gobierno lo afirma cuando pretende, una vez más, eludir su responsabilidad en el caso de la sarahui Haimar y trasladar la culpa de la situación creada a la policía de fronteras o a las simples autoridades administrativas, negando la existencia de cualquier directriz política desde Madrid, lo que ha provocado la reacción indignada de distintos sindicatos policiales, que manejaban información directa de lo ocurrido. La culpa es de los policías y el entuerto que lo resuelva el premio nobel de la paz Obama, o el siempre activo Sarkozy, o los dos. Es el reverso de cualquier gobierno normal de un Estado normal que tiene además responsabilidad histórica en la materia, pues le guste o no a Zapatero, la ONU respecto al Sahara sigue considerando a España, no a Marruecos, potencia colonizadora.

Zapatero se rasga las vestiduras cuando le dejan solo, pero no valora el vacío -de gobierno, de país, de estado- que está generando con su forma de proceder. La fallida Conferencia de Presidentes autonómicos así lo ha venido a demostrar. Zapatero acusa de falta de lealtad y de madurez institucional al PP, por no querer prestarse a la utilización de la conferencia para el propio alimento político del presidente, muy necesitado, pero sin ningún rasgo de autocrítica. Lealtad y madurez institucional la tiene que demostrar en las presentes circunstancias Zapatero el primero, porque con mayor o menor conciencia está poniendo a España del revés. No es la mejor imagen del país en vísperas de que España asuma la presidencia de la Unión Europea, por mucho que el recién estrenado Tratado de Lisboa reste protagonismo al presidente de turno en beneficio del nuevo presidente permanente.

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