jueves, 24 de diciembre de 2009

El viento de la Navidad


Estamos en Navidad. Que el Niño Jesús que nació en Belén. como dicen nuestros hijos, nos ablande el corazón y nos inunde a todos de esperanza y de paz. Y para quienes sus hijos ya no viven esto, siempre quedará la alternativa de la poderosa imagen sugerida por Zapatero en la cumbre de Copenhague. Que el Viento de la Tierra, raudo y veloz, nos traiga trabajo y turrón.

No nos resignemos a nuestra propia miseria, por altos que sean nuestros índices de paro y el déficit, aunque nos los restriegue la agencia de calificación Moody's colocándonos a la cola de la UE, de esa Europa que nos disponemos a presidir de modo inmediato al estilo de los viejos hidalgos, galopando sin caballo. Y puestos a creer y a soñar con la magia de estos días, ilusionémosnos con un futuro realmente mejor, que sólo es posible alcanzar atendiendo al desarrollo de la moral colectiva.

Aspiremos con la ingenuidad de los niños a que el viento de la Navidad se lleve de nosotros la estrechez de miras y el narcisismo, la ligereza y el abuso, la mentira y el engaño, la deslealtad y la intransigencia, el rencor y el odio, la violencia y los deseos de venganza, la frivolidad y la falta de compromiso. Trabajemos por ello este Año Nuevo. También dentro del mundo de la política y de las ideas, a menudo tan mezquinos.

Felices Fiestas y lo mejor para todos en el 2010.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Las tres estaciones de Bono


La nueva ley del aborto ha pasado ya por el Congreso de los Diputados, que preside Bono, quien en este difícil asunto ha pasado a su vez por tres estaciones.

Primera estación: Bono invoca a Obama. El 14 de noviembre publicó un interesante artículo en El País titulado Obama, Benedicto XVI y el aborto, que pasó tal vez desapercibido, pero que parecía alimentar un deseo sincero de que pudiera llegarse en España a un mínimo acuerdo al menos en el modo de enfocar tan desagradable cuestión. Abogaba, como había hecho a Obama, a tratar el tema de un modo equilibrado, prestando oídos al otro y evitando caricaturizar o demonizar a quien se oponía al aborto, como si lo que pretendiera fuera infligir sufrimiento a las mujeres. Aquí en España, el gran argumento en favor de la reforma de la ley ha sido -hasta el último día- impedir que las mujeres fueran a la cárcel por abortar, como si estuvieran yendo fecetivamente, o la derecha quisiera que así fuera. Invocaba Bono también a algún ínclito cardenal de la curia para reforzar esa necesidad de llegar con "realismo político" a un "terreno común" como la reducción de abortos y la regulación de la objeción de conciencia. Su pregunta final "¿No es posible en España este diálogo? ¿No buscaremos, como Obama, ese precioso minimum de acuerdo?" parecía anunciar un cambio de escenario o al menos su decidida voluntad de trabajar activamente para ello.

Segunda estación: Bono prepara el camino a Zapatero. Unos días más tarde, el 26 de noviembre, Bono vuelve a publicar otro artículo en El País sobre el aborto: "Ni derecho ni obligación". Algo había pasado, porque nuestro tercer hombre parecía más empeñado en justificar su postura personal ante la ley, un sí pero no, que en volver sobre la argumentación y el propósito anteriores. Su llamada final, erigido una vez más en sumo intérprete de los destinos eclesiásticos, era en verdad estentórea, y tenía el efecto de allanar el camino a Zapatero y a su ministra para el debate parlamentario:
"Hay sectores de la Iglesia católica que exigen al Estado que actúe con mano justiciera, aplicando penas y castigos, mientras se reservan para ellos la mano acogedora del perdón o de la penitencia purificadora. Como político que quiere inspirar su vida en el Evangelio de Jesús, aspiro a que también la nueva ley incluya una dimensión de comprensión y de misericordia. ¡Mujer actúa en conciencia, esta ley no te condena!"
Tercera estación: Bono sale a buscar el apoyo de los "democristianos" vascos. En diciembre los señores diputados han estado muy afanados con la tramitación de la ley del aborto, que lejos de avanzar hacia ese terreno común, ha derivado hacia la izquierda buscando alargar el período del aborto libre hasta las 22 semanas y de facto que las menores puedan hacerlo sin contar con los padres, pues finalmente -aunque se venda como una rectificación hacia el consenso- las menores no tendrán que informar siquiera en caso de que pudiera plantearse conflicto parental, y bastará aludir a eaa posibilidad para que pueda abortar sin más. Pero era necesario escenificar que se había buscado y llegado a un consenso. Y, al parecer, fue el propio Bono quien en secreto -no fuera a ser que se pusiera en cuestión su neutralidad institucional- negoció con los nacionalistas vascos el apoyo a la ley. El PNV que había planteado como enmiendas "irrenunciables", además del derecho de los padres a ser informados en el caso de las menores, el que se reconociera la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios, ha acabado alineado con quienes han defendido en la tramitación de la ley que se enseñe a practicar abortos en las facultades de medicina.

Bono no trabajaba sólo para los socialistas. En su particular cruzada contra la Conferencia Episcopal (que con su habitual don de lenguas había advertido poco antes que los políticos católicos que votaran la ley, tendrían que confesarse y rectificar públicamente para poder recibir la comunión), Bono puede contar con el refuerzo de algunos "democristianos" para hacer saber a los obispos, y a todo aquel que le interese, que tiene "la conciencia tranquila".

martes, 15 de diciembre de 2009

España del revés


España es rica en imágenes y las que vemos en los últimos días tienen la capacidad de mostrarnos el país del revés, que es la mejor forma de conocer sus hechuras, y su aguante, a pesar de los descosidos que le va haciendo Zapatero.

No es normal que los sindicatos se manifiesten contra los empresarios directamente, pero aquí lo tenían prometido y lo han hecho. Lejos de tocar al gobierno, o de reprocharle algo, que a nadie le habría extrañado, pues Zapatero ha hecho méritos por no saber cómo afrontar la crisis, los sindicatos la han tomado contra los que crean empleo, para que se les quiten definitivamente las ganas de hacerlo y tengan que postrarse ante los sindicatos, que para eso están con el poder: son parte del actual poder, y hasta alguno de sus dirigentes se cuenta entre los consejeros aúlicos del presidente. Están con Zapatero, pero no son tan poderosos como imaginan. Prueba de ello es que a la manifestación convocada del pasado día 12, no acudió ni la décima parte de los que habían previsto, y eso pese a que fletaron autobuses y trenes gratis, y anunciaron y repartieron dietas entre los afiliados y simpatizantes para facilitar que acudiera la gente.

Debe ser dinero que les sobra de las subvenciones del Estado -es decir, del dinero que les damos-, mientras a las pequeñas y medianas empresas no les llega la bolsa ni la vida para continuar a final de mes, y a todos nos suben los impuestos como genial ocurrencia. El gobierno no se implica para mediar entre sindicalistas y empresarios, si es que hubiera afán realmente de salir juntos de la crisis. El gobierno toma partido y se contenta con escapar de la responsabilidad de la crisis asistiendo complaciente a esa burda escenificación contra el capitalismo irresponsable. Más chapapote ideológico.

Como el de la Conferencia de Presidentes autonómicos de ayer: conmigo o contra mí, y como el PP no está con las recetas económicas de ZP, que convencer no convencen a nadie (ni envueltas en navideña Ley de Economía Sostenible), pues ya ha encontrado para el día de hoy a quien encasquetarle la responsabilidad de la crisis y del paro. Y así hasta que no haya crisis, que algún día saldremos de la recesión, y cuanto más bajo caigamos, mejores serán luego los números de la recuperación, y mayores los méritos de nuestro guía y conductor..., si es que llega a esa estación.


Más sorprendente o difícil de comprender es la inacción del gobierno respecto a las consultas independentistas celebradas el día 13 nada menos que en 160 municipios de Cataluña. El ciudadano de a pie no acaba de entender cómo han podido llegar a celebrarse, o incluso que se defienda su legalidad, por más que se subraye desde el gobierno y aledaños que los votos no son representativos o que esa consulta es jurídicamente inocua. El gobierno relativiza y quita importancia al asunto, pero permite que se hagan este tipo de cosas, en tono alegre y festivo, simplemente porque los nacionalistas a los que deja sacar músculo, son los mismos que le están sacando las castañas del fuego en el parlamento español.

La imagen que se traslada, es que aquí no hay estado ni autoridad política. Hasta el propio gobierno lo afirma cuando pretende, una vez más, eludir su responsabilidad en el caso de la sarahui Haimar y trasladar la culpa de la situación creada a la policía de fronteras o a las simples autoridades administrativas, negando la existencia de cualquier directriz política desde Madrid, lo que ha provocado la reacción indignada de distintos sindicatos policiales, que manejaban información directa de lo ocurrido. La culpa es de los policías y el entuerto que lo resuelva el premio nobel de la paz Obama, o el siempre activo Sarkozy, o los dos. Es el reverso de cualquier gobierno normal de un Estado normal que tiene además responsabilidad histórica en la materia, pues le guste o no a Zapatero, la ONU respecto al Sahara sigue considerando a España, no a Marruecos, potencia colonizadora.

Zapatero se rasga las vestiduras cuando le dejan solo, pero no valora el vacío -de gobierno, de país, de estado- que está generando con su forma de proceder. La fallida Conferencia de Presidentes autonómicos así lo ha venido a demostrar. Zapatero acusa de falta de lealtad y de madurez institucional al PP, por no querer prestarse a la utilización de la conferencia para el propio alimento político del presidente, muy necesitado, pero sin ningún rasgo de autocrítica. Lealtad y madurez institucional la tiene que demostrar en las presentes circunstancias Zapatero el primero, porque con mayor o menor conciencia está poniendo a España del revés. No es la mejor imagen del país en vísperas de que España asuma la presidencia de la Unión Europea, por mucho que el recién estrenado Tratado de Lisboa reste protagonismo al presidente de turno en beneficio del nuevo presidente permanente.

martes, 8 de diciembre de 2009

Chapapote ideológico

El gobierno Zapatero es un como un petrolero, de dimensiones más reducidas que las que gusta aparentar, que anda sin norte, con el casco averiado, vertiendo crudo al mar. Lo de menos es si hay rotos o simples grietas en los costados, si son hilillos o auténticas fugas sin control del oliscoso líquido negro lo que ensombrece el panorama español. Más allá de los obstáculos que se haya podido encontrar la embarcación a su paso, y de la responsabilidad que pueda tener el capitán de la nave por no haberlos valorado suficientemente ni tomado las debidas precauciones, o por no haberlos sabido evitar, se tiene la impresión de que la razón del desastre no es tanto externa como interna. El problema no está fuera, en las condiciones de la mar y en la presencia de obstáculos insalvables, sino en los propios motores del petrolero.

El gobierno y sus corifeos insisten en que el gobierno es estable, puesto que no pierde votaciones en el parlamento. Matices a parte, es esa misma política de geometría variable en las cortes españolas la que está debilitando considerablemente a Zapatero. Zapatero gana las votaciones fundamentales que se propone, pero la imagen que transmite y que percibe la ciudadanía es de debilidad, de sumisión a los grupos o lobbies que le sostienen, de falta de solidez en lo que dice, y de falta de coherencia en lo que hace. A base de forzar los motores en una dirección, y enseguida en la contraria, a base de bandazos, de dar marcha atrás y otra vez hacia delante, está claro que el mareo y el caos no afecta sólo a la tripulación.

Esa imagen trasciende fuera y es la que proyecta ahora España. Una imagen que hace aguas por todos los lados, o al menos por los principales aspectos que deben regir la vida de cualquier nación o Estado que se precie: la economía, la política interior y la exterior. España no tiene credibilidad y se ha situado a la cola de la recuperación económica, provocando comentarios crueles en medios financieros de prestigio. Resulta igualmente preocupante que los últimos debates de política interior o que hayan hecho reaccionar a la ciudadanía tengan que ver con las dudas o amenazas directas por parte del gobierno a los derechos y libertades fundamentales, como ha sucedido a propósito del controlador de escuchas Sitel y de Internet.

Que un ciudadano no sepa si está siendo vigilado en sus movimientos y comunicaciones como un terrorista o un narcotraficante, o que el gobierno pueda hacerlo sin permiso judicial y sin que llegue siquiera a saberse, es ciertamente inquietante. Pero que un gobierno apueste directamente por cerrar webs y controlar el acceso de los ciudadanos a Internet, una vea más sin orden judicial, como ha pretendido hacer de rondón en la disposición adicional de la Ley de Economía Sostenible, es verdaderamente indicador de su pérdida de sensibilidad democrática (y hace mucho más plausibles las veladas acusaciones de la oposición sobre la presunta incorrecta utilización del Sitel por parte del ministerio del interior). La rebelión de los internautas contra esa medida ha sido tan fulminante y contundente que el propio Zapatero tuvo que desdecir a la ministra de cultura, más preocupada por los intereses restringidos del gremio a que pertenece, que por la auténtica cultura y la libertad de expresión.

Cuando no se percibe que la política interior esté orientada al servicio de los intereses generales, más complicada se vuelve la política exterior. A España no se le toma en serio fuera. No hay asunto que le afecte que no dé sensación de impotencia, aislamiento y falta de decisión por parte del gobierno. Del secuestro del Alakrana por los piratas somalíes, al más reciente de los tres cooperantes españoles en Mauritania de manos de Al Qaeda, pasando por las relaciones con Marruecos actualmente en jaque a propósito de la activista saharaui Aminatu Haidar, o por la complaciente actitud española ante Gibraltar, donde las fuerzas británicas se permiten hacer prácticas de tiro con la bandera española o detener a guardias civiles españoles cuando estos persiguen a presuntos narcotraficantes que se refugian en el peñón. Hechos todos, que hemos presenciado o vivimos estos días, donde España no es respetada, y no lo es porque no es capaz de tener ni de adoptar una posición clara.

Zapatero es víctima de sus propios prejuicios ideológicos. Juega a inventar un ejército pacifista de simples tintes policiales y una seguridad privada de carácter militar. Apela a la memoria histórica y se afana en abrir tumbas (siempre que se trate de refrescar el franquismo), pero no entiende de responsabilidades históricas (reniega y se desentiende de los últimos restos del colonialismo español, como si cupiera también pedir responsabilidades al difunto Franco por el problema del Sahara, pero da carta de naturaleza al imperialismo británico en Gibraltar). Zapatero confiaba en llegar en buenas condiciones a la presidencia española de la Unión Europea y repostar allí para encarar el resto de la legislatura. Pero su imagen se ha deteriorado enormemente, no tiene un proyecto que ofrecer y carece de verdadero impulso.

En estos momentos de dificultad objetiva se observa con mayor claridad que todo lo que se halla a su alrededor es chapapote ideológico. Lo busque o no, es lo que consigue. Chapapote ideológico es su huera Ley de Economía Sostenible y su verdad más íntima, el golpe sorpresivo a Internet. Chapapote ideológico es su planteamiento de la reforma de la ley del aborto, y la polémica sobre los crucifijos en las escuelas. ¿Cuántos crucifijos hay actualmente en la escuela pública? ¿Y piensa Zapatero realmente que cabe exigir retirarlos de los centros concertados y de los centros privados, por mucho que lo quieran los republicanos independentistas catalanes de ERC? Cuando a través de la propia legislación que se promueve sólo se mira al pasado (felizmente desaparecido) o a un futuro utópico (que no se alcanza por el deseo de formularlo, trátese de producir el cambio del modelo productivo o el freno del cambio climático), lo único que se consigue es obviar el presente. Lejos de favorecer el esfuerzo conjunto para solucionar los problemas del momento, lo único que se consigue es manchar y dividir.

Por supuesto, la culpa del chapapote ideológico, como en todo, es del PP. Y lo que tiene que hacer, por ejemplo, el Tribunal Constitucional con el Estatut catalán es emplearse a fondo para desenmascarar el cinismo del PP, que plantea un recurso para Cataluña y vota eso mismo para Andalucía. Ese es el verdadero problema y no otro, como afirma hoy todo un profesor de derecho constitucional en la tribuna de El País, pretendiendo que el tribunal falle explícitamente contra el PP y no tanto contra el Estatut. El chapapote ideológico lo ha contaminado todo. Bien hará el PP a partir de ahora en emplearse a fondo para recuperar el mejor paisaje de la política española, por la cuenta que le trae si quiere gobernar, que de chapapote en efecto Rajoy y los populares tienen experiencia y saben un rato.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Ex Euskadi lux

En este día sombrío, donde el calendario se empeña en celebrar la Constitución, sin que los ánimos acompañen mucho, lo único novedoso es la presencia del lehendakari vasco en los actos conmemorativos de la carta magna. Lo extraordinario es la normalidad vasca, la bandera política que levanta con decidida voluntad Patxi López desde el PSE, con el apoyo del PP de Basagoiti.

El hecho invita a la reflexión, en un momento en que el gobierno Zapatero anda a la deriva perdiendo crudo, y cuando el chapapote alcanza ya a los principales lugares de la política española. A estas alturas nadie duda de que el más cierto proyecto de Zapatero es la ausencia de todo verdadero proyecto. Los errores de Zapatero no sólo han comprometido su política sino que han puesto en cuestión la cultura política de 1978. Ese ha sido su error más ontológico, si es que no ha sido algo deliberado, y el problema es que ahora, encallados, no sabe como salir de ahí.

No lo sabe él y no se sabe si alguien lo sabe. Queremos creer que el Tribunal Constitucional nos sacará del atolladero del Estatut, auténtico nudo gordiano de la deconstrucción política del espíritu de la Transición a que nos ha sometido Zapatero, alentando de modo irresponsable una auténtica reforma de la Constitución y de la organización del Estado por la puerta falsa de las reformas estatutarias, todo condimentado con el picante del regreso al mito de dos Españas, que de su mano nos retrotrae no ya a los años 30 del siglo pasado, sino a los comienzos mismos de la historia de España, si es que podemos hablar de España en algún momento concreto de la historia de nuestros ancestros.

No es fácil celebrar con un poco de entusiasmo una Constitución en la que el gobierno ni cree ni deja de creer, porque ni siquiera plantea su reforma, pero que sin duda ha contribuido a debilitar estos últimos años. El PSOE actual de "patriotismo constitucional" anda más bien escaso, por mucho que en otros tiempos tocara esa tecla. Claro que tampoco son necesarios muchos ardores guerreros, pero cuando no abundan las ideas, más imprescindible se hace un mínimo de lealtad constitucional.

Un poco de lealtad basta. El ejemplo de Euskadi es elocuente. El escenario más conflictivo –si obviamos ahora el terrorismo– se ha trasladado a otros lares políticos, cuando Ibarretxe había conseguido no hace mucho extenuar hasta a los suyos. A los más pesimistas, que no ven una salida fácil a la actual situación política española, ciertamente enrarecida, con un gobierno desnortado, descoordinado y con signos visibles de nerviosismo y agotamiento, únicamente hay que decirles: ex Euskadi lux.

La luz viene de Euskadi. Cuando parece que no hay solución, o que es imposible convenir nada, en esas circunstancias el consenso, como el río, acaba abriéndose paso precisamente porque no hay más remedio que ponerse de acuerdo. Y el acuerdo más sencillo siempre es cumplir y hacer cumplir la Constitución. La actual, la que se tiene. Es la vía más segura a la normalidad. La normalidad política que anhela –que sigue anhelando, 31 años después– la sociedad española. Es preferible la falta de imaginación a la confusión y el desorden incontrolado.

PS. Por cierto: ¿dónde estaba hoy la presidenta madrileña Esperanza Aguirre, tan deseosa de articular un "discurso nacional" alternativo dentro de su partido? Si los políticos posponen la Constitución a su propio descanso ¿para cuando dejan el sentido de responsabilidad?

miércoles, 2 de diciembre de 2009

En defensa de los derechos fundamentales en Internet


Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que...

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia