Hoy ETA cumple 50 años, pero lejos de felicitarla, ni siquiera vamos a divulgar los actos que está realizando para conmemorar este infeliz aniversario. Cuando se juega y comercia con la vida, cuando se ponen cadáveres de servidores del estado sobre la mesa, sólo cabe en este día el desprecio para los asesinos y todo el calor y la cercanía posible con las víctimas y sus familiares.
ETA ya es mayorcita y tendría que ser lo suficientemente madura para darse cuenta de que no tiene ninguna salida por el camino de la violencia y del chantaje. Que no está en condiciones de dar lecciones sobre nada a nadie. Que no tiene sitio en la sociedad democrática, si es incapaz de entender y aceptar sus reglas, que no pueden ser precisamente las de ETA. Y que lo mejor que puede hacer, por el bien de todos y muy particularmente del País Vasco, es jubilarse o prejubilarse, abandonando incondicionalmente las armas. Esa es la única negociación posible, aplicando la ley, si quiere poner fin a su propia crisis y a tanto sufrimiento ocasionado en estos años por su inmadurez culpable.
Sin negociación con el estado y sin propaganda de los medios, ETA no es nada. Y nada debe ser.
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