viernes, 3 de junio de 2011

Navarra - Nueva política

Tras las elecciones municipales y autonómicas del pasado 22-M, todos o casi todos en Navarra se han sentido vencedores. UPN se ha alegrado porque ha vuelto a ganar las elecciones y se congratula de doblar en escaños al siguiente partido con representación parlamentaria. El PP no ha dejado de calificar de históricos sus resultados, y en verdad lo son porque por primera vez se hace presente en las instituciones con su propia marca. NaBai se muestra satisfecha de haber resistido heroicamente en el Ayuntamiento de Pamplona y de que el conjunto de la izquierda abertzale haya ganado posiciones con respecto a 2007. Izquierda-Ezquerra celebra también su vuelta a ese mismo ayuntamiento, por más que sea de la mano de Batzarre. Y Bildu está realmente entusiasmado de haber dado la gran sorpresa en estas elecciones.

Pero, por mucho que nos guste la fiesta, no todos están felices. CDN, como estaba escrito, ha desaparecido del Parlamento de Navarra sin que nadie entonara en la noche electoral un réquiem por ellos, ni haya lamentado la pérdida de lo que durante 15 años ha constituido posiblemente el mejor ejemplo de política inteligente en Navarra. La situación del PSN, por último, es realmente comprometida. Puede argumentar, como Zapatero en el contexto español, que el culpable de sus males es la crisis. Pero la crisis del PSN viene de lejos, de los casos Urralburu y Otano, y en la posición que le han dejado los resultados obtenidos, no tiene fácil arreglo. En otro contexto, ser llave del gobierno puede proporcionar un enorme poder; en el nuevo escenario navarro, es posible que resulte un interminable tormento antes de llegar a lo peor.

Al margen del guión y de la puesta en escena realizada en su momento, el éxito de la estrategia de ruptura de UPN y PP, diseñada por Miguel Sanz para asegurar con perspectiva de futuro la estabilidad del Gobierno Foral, es más que discutible a la vista de estos resultados. La actual fuerza del centro derecha (UPN+PP=23) ha disminuido con respecto a 2007 (UPN+CDN=24) al igual que la de los llamados a entenderse juntos por siempre (UPN+PSN, que retroceden de 34 a 28 parlamentarios, dos arriba de la mayoría absoluta). Si la alianza estable de UPN con el PP maniataba a los regionalistas impidiendo su libertad de entendimiento con el PSN (y así se argumentó para la ruptura del pacto), la necesidad de un entendimiento futuro de UPN con el PP (tanto en Madrid, si el PP ocupa como es previsible el Gobierno de España, como en Navarra, para asegurar llegado el momento la política del Amejoramiento), no dejará en mejor situación a los socialistas navarros.

La política anti-nacionalista que ha nutrido históricamente el discurso de UPN, y que ha guiado las previsiones sucesorias de Miguel Sanz, refuerza al nacionalismo (NB+Bildu=15, frente a los 12 anteriores de NB), no a UPN, y menos al PSN (-3). El voto del miedo habitual en la derecha, potenciado por la decisión política del Tribunal Constitucional sobre Bildu, posiblemente explique que UPN haya conseguido algún escaño más (voto útil en detrimento del PPN) de los pronosticados por las encuestas antes de ese momento, pero esa reacción ha beneficiado muchísimo más paradójicamente al victimismo de que ha hecho gala Bildu. Todos han apelado desde el 22-M a la responsabilidad del PSN, pero nadie se ha hecho cargo verdaderamente de la alternativa en que se encuentra: el suicidio político si optase por el llamado ‘gobierno de progreso’ (que requiere el apoyo de Bildu), o resignarse a ser comparsa de UPN en la política navarra. Haga lo que haga el PSN, no le favorece a corto plazo. Que pudiera o no entrar en un gobierno de coalición con UPN es una cuestión menor, pues es sabido que en cualquier coalición sale reforzado el partido que la dirige, y castigado el otro.

Esta lectura de los resultados del 22M exige de todos una nueva política en Navarra. Es ante todo la hora de Bildu. La fuerza con que ha irrumpido, llevándose por delante a Aralar en el País Vasco, intranquiliza sin duda sobre quién tirara de quién en Navarra: si NaBai de Bildu, o Bildu de NaBai, supuesto este último que supondría un claro retroceso en el costoso proceso recorrido por la izquierda abertzale con NaBai (puesto que EA actualmente apenas proporciona a Bildu un escaso número de dirigentes). Pero también UPN, que como partido mayoritario de Navarra revela en sus bases una evidente pluralidad, debe hacer un esfuerzo por encarnar una nueva política mucho más sensible al reconocimiento real de la diversidad social y cultural de Navarra. El nuevo liderazgo de Yolanda Barcina, si consciente de su misión afirma su propia personalidad política para traducir el carisma en eficacia histórica, puede favorecerlo y eso, sin duda, facilitará las cosas al PSN que tiene como primera tarea la recuperación de su propia autoestima y de su identidad, perdida en algún lugar de su laberinto.

Publicado en Diario de Navarra, 25 de mayo de 2011

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