El hecho es claro: una y otra vez, por enrevesado que pueda ser el camino, están en las elecciones. ¿Quiénes? Los que no se atreven a cortar amarraras con ETA. Solos o acompañados, con un nombre u otro, en mayor o menor número, pero acaban estando y acaban haciendo el juego a ETA, y dificultan su final. ETA, Batasuna, Sortu, Bildu. En el principio siempre está ETA y ETA, que no es el Verbo sino la Violencia, no puede tener legitimidad democrática alguna.
El Tribunal Constitucional ha enmendado sorprendentemente la plana al Tribunal Supremo, que había fundado su decisión contraria en la investigación y en las pruebas recogidas por las Fuerzas de Seguridad del Estado. El TC está a otra cosa. Si fuera verdaderamente TC estaría a lo fundamental y nos sentiríamos tranquilos y aliviados. Pero como hace tiempo que no se trata de un Tribunal Constitucional sino de uno Político-Constitucional, pues entonces el sentimiento de preocupación o de vergüenza cunde y con razón.
El voto de los magistrados, como nos tienen acostumbrados, ha sido político. El pleno no ha tenido ni tiempo de estudiar a fondo las razones del Supremo. Da igual. Los magistrados propuestos por el PSOE (con la excepción de Manuel Aragón, que le salió rana en tiempos del Estatut, y de ahí la urgencia que tenían los socialistas para forzar la renovación parcial del tribunal y aumentar los efectivos "progresistas") han votado a favor de la presencia de Bildu, y asunto concluido.
Zapatero ya puede dormir tranquilo, que estaba muy preocupado con la amenaza del PNV de retirarle el apoyo parlamentario si Bildu no estaba en las elecciones. El escenario era terrorífico para Zapatero: fenomenal batacazo del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales, como presagia la encuesta del CIS publicada ayer (el anuncio de la retirada de Zapatero queda sin efecto), y soledad parlamentaria que no le dejarían otra salida que precipitar la convocatoria de elecciones generales para el próximo otoño.
Pero el terror de ETA sigue guiando los pasos de la izquierda abertzale radical, con la anuencia no sólo de algunos partidos nacionalistas, sino a la postre del propio Rubalcaba-Zapatero, por mucho que se hayan querido cubrir las apariencias con la escenificación de la presunta iniciativa del Gobierno y de la Fiscalía en contra de las listas de Bildu. Esto es lo que percibe la ciudadanía y lo que resulta cada vez más difícil de aceptar, sobre todo si se pretendiera jugar de nuevo la carta de la negociación política del final de ETA en beneficio partidista.
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