sábado, 9 de abril de 2011

Interinidad y descomposición

Zapatero, a un año vista, ha anunciado que no repetirá como candidato en 2012. Qué arrojo, qué enormidad. O estamos ante un genio de la prospectiva, o lo que sucede al aún presidente del gobierno y secretario general de su partido es que es un ciego consumado y además bastante caradura. ¿Por qué hace lo que hace, que es no hacer nada? Esa decisión, que ni siquiera ha podido contar con el factor sorpresa, no aporta nada a la disminución del paro del mes en curso ni a la solución de ninguno de los grandes problemas del país. El anuncio, por lo demás, es sorprendente cuando en el horizonte inmediato lo que se avistan son unas elecciones autonómicas y municipales a las que de ningún modo se iba a presentar ni podía ser candidato. 

Zapatero se quiere ir con el mérito de no haber perdido ninguna de las elecciones a las que se ha presentado. De nuevo, qué enormidad para la Historia. Zapatero no ha querido que las elecciones autonomicas y municipales de 2011 se planteen como un plebiscito sobre su persona, pero no podrá evitar que lo sean sobre su política, ni podrá paliar con su anuncio la debacle electoral del PSOE en mayo, que se anuncia histórica, esto sí. El cortoplacismo y las miras partidistas es el único resorte que sigue funcionando en Zapatero. La situación de interinidad saliente en que se ha instalado y quiere instalarnos es insólita y bastante pueril, por demás.

Pensando no ya en España, sino en su propio partido lo que tendría que haber hecho es dimitir: si no de la presidencia del gobierno, para evitar unas primarias sangrientas, de la secretaría general del partido, para ser realmente neutral en el proceso de elección del sucesor. El ya no estoy pero sigo estando de figura estante y con ganas de figurón sólo puede traer desconcierto, confusión y a la postre descomposición en su propio partido, como ya se está produciendo en Andalucía. Si con el gran anuncio pretendía un revulsivo en su partido, lo único que se ha producido por el momento es un gran retortijón que anuncia males mayores, porque por mucho que Zapatero pretenda hacerse invisible, no puede autoeximirse de cualquier responsabilidad pasada, presente o futura.

No se puede hablar de la sucesión hasta después de las elecciones de mayo, pero el anuncio se hace antes, para intentar detener la caída y para evitar tener que presentar la dimisión después. Pero no pasa nada, todo es normal y todo debe hacerse a su debido tiempo (¿?). Rubalcaba debe estar feliz con el gran estratega. Rubalcaba a esta alturas de su película política no está para disputar unas primarias a nadie y menos a una niñata, en el sentir de algunos, que no sabe siquiera qué sabe hacer bien, pero Chacón no tiene nada que perder e irá a por todas. Si no hay arreglo previo -lo que podrá verse como tongo en el gran festival de la "democracia y democracia" a la que invita Zapatero dentro de su partido cuando hay más de un candidato que aspira al poder interno- habrá descomposición.

¿Este espectáculo y este desgaste al que somete a su propio partido, es preferible para España en estos momentos a la propia dimisión de Zapatero como presidente del gobierno? Si Zapatero es consciente de que él es un problema, como parece deducirse de su anuncio-decisión, se ha quedado muy corto. Lo de menos es que sea un problema para su partido. La cuestión es que sigue siendo un problema para la salida de la crisis profunda y general que sufre el país. Y para eso, un año, el año que dice que resta para el fin de la legislatura, se antoja una eternidad, que nadie y menos Zapatero puede afrontar, porque no solamente ha reconocido que no tiene la conciencia tranquila, sino que ha demostrado que no puede hacerse respetar.